Con un perfil orientado al cine español, pero con fuerte impronta latinoamericana, el Festival de Cine de Málaga celebró su 14º edición.En diversas salas restauradas y unidas por una alfombra roja que tapiza la ciudad de Málaga y tiene cerca de siete kilómetros, además de las proyecciones propias del Festival de Cine, se realizan actividades especiales como las exposiciones en homenaje al fotógrafo José Luis Alcaine (Mujeres al borde de un ataque de nervios), o la que permite conocer las mejores tapas de la histórica revista Cineinforme en su cincuentenario. El espacio urbano se integra a la mística y glamour del cine. Tuvo lugar un encuentro con películas de autor y homenajes a directores de culto (como Isaki Lacuesta) en un clima que es estampa de otro tiempo: jóvenes que esperaban pacientes durante horas el paso de una figurita local (siempre surgidas de la televisión), y que corrían y aullaban persiguiendo las limusinas de las estrellas. Santiago Segura, con humor de trazo grueso, brindó una conferencia de prensa presentando la última obra con su muy discutible personaje Torrente, y aseguró: “Tengo una mente demasiado comercial; creo que es triste perder dinero e intento no hacerlo con mis películas”. Curiosamente, había sido la figura principal del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires.
La ceremonia inaugural proyectó la olvidable ¿Para qué sirve un oso? de Tom Fernández, y la competencia brindó películas de interés como Cinco metros cuadrados (con el drama inmobiliario y el protagónico de Malena Alterio) y la comedia En fuera de juego, coproducción protagonizada por Diego Peretti y Fernando Tejero. Fuera de concurso se incluyó la excelsa La noche que no acaba, de Isaki Lacuesta, que documenta los años de Ava Gardner en España, una película para la historia. En la ceremonia de premiación, Lacuesta se burló de la tan mentada diferencia entre el cine independiente y el comercial señalando la enorme libertad que tuvo en esta obra: “El cine nunca es independiente, siempre depende de mil cosas; pero la gracia está en llevarlo a buen puerto”.
En la sección documental brillaron Liniers, el trazo simple de las cosas y Un Rey para la Patagonia, del argentino Lucas Turturro; Memoria cubana, de Alice de Andrade (hija de Joaquim Pedro de Andrade); y Un cine como tú en un país como éste, de Chema de la Peña, sobre los inicios profesionales de Fernando Colomo y Fernando Trueba durante el franquismo. La sección latinoamericana exhibió varias películas que se estrenarán en Buenos Aires próximamente: Aballay, el hombre sin miedo, western gauchesco de Fernando Spiner; La mala verdad, de Miguel Ángel Rocca, con el retorno de Alberto de Mendoza al cine; y El agua del fin del mundo, exquisita película de Paula Siero, todas ellas con diversos premios (al igual que Miss Tacuarembó, pese a la polémica desatada con el sacerdote de la diócesis de Jaén, que la considera blasfema y promovió protestas). El film triunfó en la sección Zonacine como Mejor Película y actualmente se encuentra en las carteleras comerciales de España. Nótese que su director, Martín Sastre, se ha declarado públicamente convertido al catolicismo “pese a provenir de una familia atea”. También fue premiado el elenco argentino de la española Buenos Aires Cuatropuntocinco, porque Buenos Aires está en boca de todos.