morettiEl estreno de Habemus Papam permite reencontrar al director y actor Nanni Moretti con constantes de su cine. Aquí reemplaza la ironía por una mirada tamizada de humor y candidez: una historia planteada en los entretelones del cónclave vaticano.habemus-papamEn su estreno local perdió la m final de la expresión latina original Habemus Papam (tenemos Papa), con la que el cardenal protodiácono anuncia el nombre del nuevo Papa. El pontificado de Karol Wojtyla, el tercero más largo en la historia católica, hizo que al menos una generación no tuviese testimonio directo de la reunión del colegio cardenalicio y las circunstancias en las que se desarrolla la elección del obispo de Roma.

Por imposición de los medios de comunicación, la que consagró a Benedicto XVI ha sido hasta el momento la más mediática de la historia. Las cámaras de todo el mundo aguardaban la famosa fumata bianca, y las televisoras locales anunciaron “Habemus Papa”, razón por la cual puede explicarse –en principio– el cambio del título original en la Argentina.

Esa primera distorsión de convertir lo ritual en mero espectáculo es uno de los aciertos que Nanni Moretti consigue a poco de comenzado el film. Habemus Papa se inicia con las imágenes documentales de las exequias de Juan Pablo II para dar paso rápidamente a la ficción. Algo verdaderamente curioso en este trabajo es el tono elegido.

El Melville del gran actor francés Michel Piccoli no posee el matiz burlón de comedias como El padrecito de Cantinflas, del famoso cura Don Camilo o incluso aquel ácido cardenal que Vittorio Gassman personificaba en el episodio Tantum ergo de Los nuevos monstruos. La trama no se refugia en el cine-denuncia como el Padrino III de Francis Ford Coppola, El crimen del padre Amaro o The Magdalena Sisters de Peter Mullan, ni hace lugar a los recientes casos de pederastia por parte de sacerdotes católicos como indagan los trabajos Twist of faith de Kirby Dick, y Líbranos del mal de Amy Berg. El director, reconocido ateo y figura de la intelectualidad italiana de izquierda, busca encontrarse con un Papa “humano”, que frente al designio divino siente el temor de la responsabilidad y la percepción de su incapacidad. “Dios ve en mí capacidades que no tengo”, dirá. Eso siente Melville, que sufre una crisis nerviosa a metros de presentarse en el balcón de la basílica de San Pedro. Ante el estupor, se recurre al mejor psicoanalista de Roma (Nanni Moretti), que debe encontrar rápidamente la solución al problema para poder presentar al Papa ante la feligresía.

Así transcurre la primera media hora y lo mejor de la película. Luego, cuando Melville escape al exterior para bucear en paralelo en su mundo interior, la historia perderá efectividad aunque ganará en sensibilidad, gracias al registro que Piccoli impone al personaje. Una de las gratas sorpresas del film, próximo al Nazarín de Luis Buñuel y lejos Basta de sermones de Moretti es que mira con ternura a los máximos prelados de la Iglesia y al desbarajustado cónclave. Con respeto por el ritmo, las miradas y los silencios de los cardenales reunidos, retoma aspectos superados por el tiempo y los cambios de paradigma, como la insistencia en el conflicto “ciencia vs religión”. Su mirada apesadumbrada coloca a los máximos dignatarios de la Iglesia en un lugar naive distante del juicio de valor que hubiese formulado décadas atrás. En tanto, Melville se refugia en sus recuerdos y en el teatro (conoce de memoria La Gaviota de Chéjov). Es entonces cuando el Moretti más intelectual y menos consustanciado con la fe toma fuerza en las reflexiones sobre la imposibilidad de alcanzar los deseos, el anhelo por el otrora brillo perdido y un realismo que se entremezcla con el conflicto interno del personaje central.

Como relato cinematográfico, Habemus Papa es un tanto irregular y su clausura, decepcionante; pero con indudables buenos momentos. Algunos en tono de parodia, tal el corte de luz en pleno cónclave; y otros de gran emotividad como cuando el desconocido Papa, desde la Via della Conciliazione, ve lejana la basílica de San Pedro y muy cerca un grupo de jóvenes que cantan, aguardando con fe lo que todos esperan. También la impresión que causa en el nuevo Pontífice la lectura que hace la televisión, y por añadidura sus espectadores, sobre toda la situación. Moretti, nostálgico, echa una mirada piadosa y, si bien esboza alguna crítica, muestra comprensión hacia el hombre en duda. En tanto, Mercedes Sosa canta “Cambia, todo cambia”. Porque el mundo cambia para todos, vertiginosamente. El guión fue leído por el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, pero Moretti no pudo rodar en el Vaticano; la impactante Capilla Sixtina de la ficción es una recreación hábilmente elaborada en los estudios de Cinecittá. Otros interiores fueron en el Palacio Farnesio, sede de la embajada de Francia. Como sucede casi desde los orígenes del cine, y con ejemplos fulgurantes en Italia (tal el caso de La Dolce Vita), algunos grupos integristas llamaron a boicotear el film por su “ataque a la Iglesia católica”. Desde entonces sólo han cimentado su éxito. Contrastando con esta declaración, el matutino católico Avvenire señaló: “Los cardenales son presentados con simpatía y afecto” y la prestigiosa revista de los jesuitas La Civiltà Cattolica no ahorró elogios. Habemus Papa(m) no es un insulto ni una provocación y sólo puede entenderse así desde un enfoque lleno de prejuicios.

4 Readers Commented

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  1. a ferrari etcheberry on 19 septiembre, 2011

    excelente crítica, que sorprende en nuestro medio, aunque no comparta la valoración del final.

  2. Eduardo Palacios Molina on 19 septiembre, 2011

    Es un film que ayuda a los talentos progresistas de los iluminados de la modernidad progresista que elaboran en torcidas y confusas argumentaciones tras el elogio de lo que puede ser una apología de la superficialidad relativista.

  3. Juan Roshbalam Chilam on 19 septiembre, 2011

    EL VATICANO….
    Y las «siete colinas» del vaticinio.
    Cambio de «mitos y de ritos»….con el comienzo del siglo XXI.
    El advenimiento del «sexto sol», según los cálculos mìsticos mayas.

  4. Alfredo on 19 septiembre, 2011

    Habrá que verla para enfrentar el final decepcionante (aunque supongo el porqué). Así como pasó con la reciente «De dioses y de hombres», es valioso que se rescate al hombre con sus vIrtudes y defectos como «posibilidad infinita». Pero es innegable que uno tras otro y aun los bien intencionados cineastas (con excepción de esa De dioses… y la ya lejana sobre Sto. Tomás Moro) no consiguen incorporar la dimensión sobrenatural que viene a dar trascendencia a esas virtudes y también a los defectos en cuanto haya intención de superarlos. Es decir, no pasan al plano de la santidad y quedan en una eticidad que lleva a la disyuntiva entre un agnóstico ¿para qué? o un kantiano imperativo absoluto. Así, si bien es entendible las dudas del futuro Papa sobre sus condiciones, su capacidad para la santidad (vivrtudes heroicas incluidas) implícita en el llamado a TODOS los cristianos, debería llegar a superarlas recurriendo a la Fe y la confianza en la Providencia. Es otro plano, el sobrenatural, que quizás Moretti no ve por lógica intrínseca de su manera de pensar.

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