La última edición del Festival de Cine de Mar del Plata contó con secciones paralelas de verdadera calidad.Antes se presentaban retrospectivas casi integrales, pero por efecto de las restricciones presupuestarias y cierta impronta que lo asemeja al BAFICI porteño, desde hace algunos años se han atomizado en su oferta. Pero eso no hace mella en el interés que despiertan. Tal es el caso de la dedicada a Luis García Berlanga, seguramente una de las más importantes que ha brindado el certamen marplatense en años. Lo es por varias razones, dado que a la innegable permanencia de títulos como ¡Bienvenido, Mister Marshall!, El verdugo, Plácido o La Vaquilla se añade el hecho de que las copias fílmicas fueron provistas por el ICAA de España y la Oficina Cultural de la Embajada de España en la Argentina, exhibiéndose por primera vez en el mundo luego de una larga restauración.
La coincidencia con el primer aniversario de su fallecimiento (13 de noviembre de 2010), le otorgó indudable protagonismo al homenaje (ver Criterio, octubre 2011).
Las otras secciones fueron dedicadas al cineasta Raymundo Gleyzer, desaparecido por la última dictadura militar, y a uno de los íconos de la Generación del ’60: Rodolfo Kuhn.
También hubo tributos a dos escuelas (la Enerc, dependiente del INCAA, y a la EICTV de Cuba), y a las trayectorias de Alex Cox, Joe Dante y Willem Dafoe. Difícilmente aquellos que fueron niños en los ’80 olviden la proyección de Gremlins, con la presencia de su director. La sección Autores presentó la última producción de descollantes firmas como Kim Ki-Duk, Frederick Wiseman, Chantal Akerman, Bruno Dumont, Johnnie To, Philippe Garrel, Naomi Kawase y Lars Von Trier. Del Panorama del Cine Latinoamericano anotamos el fantástico documental Memoria cubana, de Alice de Andrade; en tanto que del foco dedicado al cine griego tuvo sostenido aplauso La Academia de Platón. Se destacó el cine polaco, con la fascinante Courage de Greg Zglinski, y la potente Suicide Room del joven Jan Komasa, entre otras.
Si algo debe celebrarse es la sección Pre-Nouvelle Vague, que confirma trabajos formidables previos a la mítica Nueva Ola francesa como Los Amantes de Louis Malle. La película contó con el auspicio de la Asociación de Cronistas de Cine porque se cumplieron exactos 50 años del sobreseimiento definitivo de los críticos de entonces. Con inoportunas citas a Jacques Maritain, el fiscal Guillermo de la Riestra había pedido su prohibición y denunció críticos por “inmorales”. El penoso fiscal jamás hubiese imaginado la televisión actual. Signo de otros tiempos que Mar del Plata puso de relieve con acierto.