A propósito de la creación del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano.librosEstoy comiendo un asado con amigos y uno de mis contertulios me interpela: “Che, vos que sos historiador, ¿Rosas era un chabón copado? ¿Era bueno o malo?”. Me quedo mirándolo con el tenedor en el aire, pensando una respuesta a esa pregunta anonadante. Mientras la busco me viene a la cabeza algo que dice mi hijo Silvio, que es joven pero perspicaz, y que suele traer a colación agudas comparaciones entre los varios países en los que –a pesar de sus cortos años– le ha tocado vivir: “los argentinos tienen mentalidad de hinchas de fútbol”.

Lo que quiere decir es que tendemos a analizar la realidad y a encarar la vida armados siempre con el esquema a favor de/en contra de.

El Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano “Manuel Dorrego” refleja esa tendencia a observar la vida con una mentalidad agonal. El decreto que lo crea argumenta que “desde el principio de nuestra historia” quienes “defendieron el ideario nacional y popular” se enfrentaron a los que “en pro de sus intereses han pretendido oscurecerlos y relegarlos [se refiere a los del primer grupo] de la memoria colectiva del pueblo argentino”. Es decir, propone la supuesta existencia de dos bandos irreductibles: pueblo y antipueblo, patria y antipatria, liberalismo cosmopolita versus identidad nacional y popular. Esa concepción responde bien a otra tendencia argentina: la de culpar a otros de lo que nos pasa. Si el país no es el que queremos, la razón no ha de buscarse en nuestras propias decisiones. Hay un culpable otro, sea el que sea: el liberalismo, la “subversión apátrida”, el peronismo, el antiperonismo, la oligarquía, el imperialismo inglés del siglo XIX o el yanqui del XX… Como los chicos, incapaces de hacerse cargo de sus propios actos. Se ha dicho que el capitalismo infantiliza a las sociedades: en este sentido la nuestra parece un fruto del capitalismo más avanzado.

El decreto propone verdades absolutas. No puedo dejar de aludir a una elemental cuestión epistemológica: por rigurosos que sean, los métodos del investigador no exorcizan la subjetividad; ni siquiera en las ciencias llamadas “duras” hay verdades absolutas, como nos ha enseñado el lacerado siglo XX. En historia no se puede decir cualquier cosa, porque lo que se afirma debe ser respaldado con la documentación disponible. Pero tampoco se pueden alcanzar sino interpretaciones plausibles, verosímiles del pasado, sujetas a la mirada del historiador y a las de sus lectores, con todo lo que ello implica. Decir que una es la “verdadera historia” y que las que se le oponen son mentiras de los enemigos de la patria, o decir que una determinada lectura de un hecho o de una persona es su historia “definitiva”, es propio de ignorantes, o de vivos que lucran con la ignorancia ajena.

Por otro lado, es cuanto menos gracioso que se afirme, contra toda evidencia, que los historiadores no hemos estudiado a esas figuras que el decreto considera víctimas de un culposo olvido: basta una somera búsqueda en cualquier fichero de biblioteca especializada para apreciar que los libros y artículos sobre casi todas ellas pesan toneladas.

Una de las falacias del neo revisionismo en boga es, justamente, su carácter presuntamente novedoso: las veces que he tenido contacto con la producción de algunos de esos “destacados historiadores” que piden la creación del instituto me topé con “descubrimientos” que figuran en las obras de Bartolomé Mitre, de Vicente Fidel López, de Adolfo Saldías, de Ernesto Palacio o de Julio Irazusta.

Una búsqueda más detenida en ese fichero nos mostrará que muchos de los historiadores que han estudiado a esas figuras y que ahora son execrados gozan de fama mundial más que merecida, justamente por el respeto que han mostrado por las “rigurosas exigencias del saber científico” que el decreto evoca. Hablamos de investigadores que poseen todas las credenciales académicas y que en muchos casos han enseñado e investigado en las más destacadas universidades y centros de estudios del mundo. Hablamos de historiadores –y hay aquí otro motivo de hilaridad– que el mismo Estado que ahora crea el instituto de marras ha juzgado dignos de figurar en la planta del Conicet y de las universidades nacionales. No es el caso de los “destacados historiadores argentinos” que promueven el instituto. Una de las grandes paradojas de su creación es que el mismo Estado que por iniciativa de los gobiernos Kirchner amplió y pluralizó como nunca antes el sistema científico, multiplicando las plazas de investigadores, el número de becas de posgrado, los subsidios de investigación y un largo etcétera, promueve un instituto cuya razón de ser es la supuesta complicidad de ese sistema con una también supuesta “historia oficial”.

Es risible también, y a la vez penoso, que se achaque a los historiadores el haber respetado la regla número uno de su disciplina. ¿Qué significa que las figuras que se considera relegadas “no han recibido el reconocimiento adecuado”? Yo se lo explico: significa que para estudiar  adecuadamente a Manuel Dorrego, por ejemplo, hay que reivindicarlo como el “mártir de Navarro” –es la expresión que usa el decreto–. Significa que cumpliremos con la patria y con el pueblo cuando nos convirtamos en narradores de mitos y leyendas, en panegiristas de héroes y de mártires, en fulminadores de anatemas contra conspiradores y apóstatas, en cultores, en definitiva, del modo más tradicional –por no decir primitivo– de hacer historia, la que los buenos profesores enseñan a sus alumnos a evitar en la primera clase del más elemental curso de historia. Como decía Marc Bloch, los historiadores no estamos llamados a erigirnos en jueces de los hombres que nos precedieron: nuestra tarea es ayudar a nuestras sociedades a pensar, a comprender críticamente el pasado. Los grandes historiadores nos han enseñado a pensar el pasado como una realidad otra, compleja, en un punto irreductible a nuestras miradas desde el presente. Nos han enseñado, también, que más explicativo que estudiar las “figuras” de San Martín, de Dorrego, de Quiroga, de Rosas o de Perón, es indagar sobre el proceso revolucionario,

las dinámicas subyacentes a las guerras civiles y el fenómeno peronista. Ahora quienes nos han juzgado idóneos para integrar el sistema nacional de investigaciones nos enrostran el habernos negado a verlo como una suerte de historieta poblada de superhéroes y villanos.

Todo ello sería apenas risible y penoso si no fuera porque además la iniciativa responde a tendencias que son potencialmente peligrosas para la democracia, al menos como yo la entiendo a esta altura de mi vida: como un modo de convivencia social que toma como punto de partida la legitimidad de la coexistencia de ideas, concepciones del mundo e intereses diferentes. Si la convivencia democrática depende del reconocimiento de que legítimamente pueden existir diferentes ideas –es decir, diferentes verdades–, reconocer a una la legitimidad y negársela a las demás –en este caso, en tanto que supuestas falsedades tramadas por los enemigos de la patria y del pueblo– atenta contra la base misma de la democracia. Que esa postura la asuma el Estado, que tiene la misión de custodiar la calidad de nuestra convivencia, constituye un hecho preocupante.

No está mal que la historia y la instrucción cívica, o como se llame ahora, converjan en la transmisión de ciertos valores, sin que ello implique tergiversar el relato histórico. El Estado tiene el deber de transmitir valores que la sociedad ha hecho suyos después de un siglo lacerado y lacerante: son los que se necesitan para vivir civilizadamente en democracia, como el respeto de las diferencias, la solidaridad, el diálogo y la paz. Un maestro, o un profesor de secundaria, no pueden hablar de democracia y dictadura como si se tratara de compuestos químicos. Pero este decreto refleja algo muy diferente: refleja la confusión entre gobierno, partido y Estado, tres realidades que deberían permanecer diferenciadas, porque su distinción constituye un dato básico de cualquier democracia madura. La confusión conduce a convertir en política de Estado no la enseñanza de la convivencia, sino la idea de que los argentinos estamos perpetuamente en guerra intestina porque unos somos amigos  y otros enemigos del pueblo y de la patria. Libera nos Domine.

 

En la sección Documentos podrá accederse a los textos del Decreto 1880/2011 que crea el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego y de la Declaración de la Asociación Historia (AsAIH) al respecto.

40 Readers Commented

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  1. ruben peretti on 13 enero, 2012

    Tal vez que ahora contamos con el “INSTITUTO NACIONAL DE REVISIONISMO HISTÓRICO ARGENTINO E IBEROAMERICANO MANUEL DORREGO» y dentro de poco con el “CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, POLÍTICOS Y SOCIALES FELIPE VARELA”, consigamos lo que tantas corrientes historiográficas que tenemos, no consiguieron aún, o sea:

    Formar argentinos con la suficiente madurez para dar repuesta a los cambios sociales y culturales, que se avecinan (respondiendo a las necesidades de los pueblos), promoviendo su desarrollo integral, (de todos).

    Contribuir a que conozcamos más nuestra concreta situación, para tener más coherencia entre nuestra vida y nuestra acción.

    Para que de una vez por todo se llegue a comprender la profunda desigualdad que existe entre Buenos Aires y el interior del país.

    Se apoye el fomentar una cultura de solidaridad y de reconciliación.

    Concientizar que es necesario reconocer la dignidad de toda persona humana y de la integración de los pueblos latinoamericanos.

    Y así, a lo mejor, se termine de comprender que hay que dar permanentemente testimonio de patriotismo.

    Ruben Peretti

    rubendperetti@gmail.com

  2. Héctor on 13 enero, 2012

    Rubén:
    Te felicito por tu opinión. Al leer el artículo mi intención fue tomar postura como la que vos escribiste, pero me ahorraste y muy sintéticamente, la mía. Esperemos que tome nota de ello Roberto Di Stefano, autor de la nota periodística de más arriba.
    Por lo pronto, habría que tener en cuenta permanentemente para los historiadores (mi humilde opinión), que la reescritura de los acontecimientos históricos van respondiendo a los intereses de sectores sociales predominantes según la época en que se reescriben; un mismo acontecimiento, que no deja de ser VERDAD como ÚNICA REALIDAD, sino que tiene distintas aristas para observarlo; entonces, la intención del decreto presidencial, en ves de criticarla desde una visión que no se corresponde a lo apuntado muy bien por Rubén, simplemente es de otra época y no deja de ser realidad.
    Agradecido, Héctor Abou Adal

  3. Roberto Di Stefano on 15 enero, 2012

    ¿De qué tengo que tomar nota? Perdón, pero no entiendo…

  4. Roberto Di Stefano on 15 enero, 2012

    Estoy de acuerdo con lo que plantea Rubén -por lo demás creo haberlo dicho en el artículo al hablar de la educación cívica y la historia-, pero no veo la relación necesaria con el revisionismo y con la iniciativa del gobierno. ¿Me la explican?

  5. Dionisio on 17 enero, 2012

    Parece que la absurda ley española de la Memoria Histórica tiene éxito. Ese nuevo Instituto utiliza como frase emblemática la de José María Rosas «existen dos historias, como existen dos Argentinas: de un lado, la minoritaria y extranjerizante, del otro la popular». Lo que decía Rosas es bastante cierto, pero si el Instituto sigue el mismo camino que en España será un instrumento ideológico para dividir a los argentinos: divide et impera.

  6. Guillermina on 17 enero, 2012

    En todo de acuerdo con lo comentado por el Dr. Di Steffano……además es un continuo cambio de relato que no creo que nos enriquezca, sino que nos embrutece cada vez más.

  7. Dario Ayana on 17 enero, 2012

    En cuanto al comentario de Rubén no comparto, si es que lo entiendo bien, que el patriotismo sea el único camino para comprender (o interesarse en) la desigualdad y demás problemas sociales.

    Espero que no necesitemos de tanto para considerar al prójimo, pero si así fuera, preferiría que este interés se generara a través de medidas más masivas y menos nocivas que la creación de institutos de historia con segundas intenciones.

  8. MARC on 17 enero, 2012

    Me gusta el revisionismo, tiene la particularidad de quitarle esa pátina de sacro que tienen los próceres antiguos y la historia en general. Me gusta y consumiré sus escritos. Ademas ¿cuál es el peligro para la democracia que implica el revisionismo? Me gustaría leer un listado de posibles peligros. Saludos

  9. Boris Kalnicki on 17 enero, 2012

    En estos como en tantos temas tendemos a veces a visiones sesgadas en los que se confunden valores e intereses con estructuras rígidas. Entonces surgen los enfrentamientos infantiles y estériles. Hace muchos años cuando nuestras calles ostentaban carteles de «Muerte a Sarmiento, viva Rosas» Enrique de Gandia comentó que Sarmiento debe estar bien vivp para solicitar estentóreamente su muerte y Rosas, en sentido contrario bien muerto. La historia es como el río que alimenta el futuro de los pueblos desde sus fuentes del pasado. A veces sus afluentes son cristalinos, otras barrosos o contaminados. Pero siempre es nuestro río, que nos nutre, que no depende de nuestra decisión de aceptarlo o rechazar sus contenidos.
    Dado que se han esgrimido nombres en el comentario de un lector, frente a los ataques actuales al Gral Julio A. Roca me permito exponer la duda – ninguna aseveración – si por su acción rechazó a pueblos originarios trascordilleranos invasores lo que permitió tener hoy una Patagonia argentina.
    También solicito ser esclarecido si efectuó un verdadero genocidio o si su guerra fue mayor, pero no muy distinta en sus efectos sobre las poblaciones, a las anteriores de diferentes gobernantes argentinos que sin visión política solo pretendían defender sus haciendas, entre ellos Juan Manuel de Rosas. Al respecto resulta llamativa la designación «post Roca» de cargos militares a caciques de pueblos originarios de la Patagonia «atlántica», con el propósito indudable de integración y defensa de su territorio.
    Aún el futbol necesita sumar la razón para sus logros: excelente el artículo de Roberto Di Stefano.

  10. Roberto Di Stefano on 17 enero, 2012

    Bueno, yo entiendo por patriotismo el amor por la patria, que no es otra cosa que la sociedad a la que uno pertenece. Acepto el término con la condición de que no se confunda el concepto que denota con el patrioterismo y el chauvinismo. Si así se lo interpreta, tiene razón Rubén -si es eso lo que dice, porque tampoco a mí me queda claro- al afirmar que el patriotismo nos lleva a tratar de reducir las desigualdades injustas y otros problemas sociales.

  11. Ribera on 17 enero, 2012

    Me resultan sorprendentes Peretti y Abou Adal: muestran otra de las características argentinas, además de la de la mentalidad de hincha de fútbol. Se basa en el principio de no atinencia: Argumentan sobre un tema, cuando se trata otro. No hay diálogo posible así.
    Por otro lado, estos enfoques consisten en profundizar las diferencias, no en zanjarlas con conocimientos superadores. Demasiado básico para no comprenderlo. En fin, triste realidad la nuestra.

  12. gabriel on 17 enero, 2012

    Con respecto a los comentarios sobre Ruben, ¿si se crees que el Instituto histórico Dorrego va a hacer todo eso q vos mencionaste?. Con sus interlectuales, El director del Instituto , es un persona que se acomodó con todos los gobiernos, y no hay ningun intelectual destacado.(no es el caso de Carta Abierta).
    El instituto refleja ,a mi enteder, un agotamiento del gobierno. La Ciencia Histórica ha avanzado mucho desde el retono de la democracia y va seguir avanzando, pero lo ha hecho dentro del campo científico universitario, terciario.

  13. Roberto Di Stefano on 17 enero, 2012

    Quiero contestarle a Marc: el revisionismo no representa ningún peligro para la democracia. Lo que sí lo representa es la tendencia a elevar una postura -cualquiera- al rango de verdad absoluta, porque automáticamente deslegitima a quien no la comparte. Si yo califico a quienes no adhieren al revisionismo de enemigos de la patria y del pueblo, socavo la convivencia y al diálogo.

    Las dudas de Boris sobre Roca requerirían una respuesta muy extensa.

  14. Juan Carlos Lafosse on 17 enero, 2012

    Si les pedimos a quienes compartieron nuestra mesa navideña que relaten lo ocurrido encontraremos que sus narraciones no coinciden. Nadie faltará a la verdad, pero los nietos no contarán lo mismo que los abuelos. Y seguramente habrá asistentes que no figuran en determinados relatos y otros que son protagonistas, mejores y peores, buenos y malos.

    El problema surge cuando un relato en particular se produce – o se adapta – para ser usado con un fin político o económico. Para esto ni siquiera es necesario mentir, alcanza con que se enfaticen o desvanezcan personajes, hechos, relaciones e interpretaciones. Tampoco se necesita mala fe, muchos siguen una línea de pensamiento que les sirve para sus propósitos ya que, como bien dijo Krugman, “en general, la gente termina por creer todo aquello que se compadece bien con sus intereses”.

    No se puede negar la existencia de una “historia oficial” que sirvió de soporte a muchas décadas de gobiernos conservadores y grupos económicos, donde hay actores que no aparecen o son desdibujados cuando no falseados. Este relato que persiste hoy día y se enseña en muchos colegios, es en buena medida responsable de la profunda desigualdad del interior entre muchas otras cosas, positivas y negativas.

    ¿Como llegó este relato a la categoría de dominante? ¿Como se llega a la categoría de “grandes historiadores”? ¿Porqué se transmite como “verdadero e indiscutible” lo que cuenta el abuelo y no lo que dijo el novio de la nena?

    Lo básico es tomar en cuenta que la historia la cuentan los vencedores. Los grupos dominantes de la sociedad tienen muchas más posibilidades de presentar su relato, de validarlo y darle el peso de aquellos que se presentan como más calificados para exponerlo: “han enseñado en las universidades más destacadas”. Lógicamente, las historias de los perdedores no persisten igualmente y son inevitablemente difíciles de rastrear. Muchas de las “toneladas de libros y artículos” que los mencionan son producto de los mismos académicos oficiales y de sus seguidores, publicadas por editoriales y revistas que siguen sus mismas líneas. Hay mucha endogamia en las ciencias, historia incluida.

    Por más que personalmente no comparta muchas ideas de O’Donnell, si crear un Instituto para promover el revisionismo histórico ayuda a que tengamos nuevos elementos para armar y comprender mejor nuestro país, tanto mejor. ¿Que mal puede surgir de la publicación de artículos y libros desde esa posición? ¿Realmente es un tema para preocuparse? Seguramente al analizar un personaje aparecerán las dinámicas subyacentes que permiten explicar su vida, es un método.

    En el artículo también hay algo que se reitera en Criterio, aunque aquí se lo diga más sutilmente: “los argentinos” somos “incapaces de hacernos cargo de nuestros propios actos”, tenemos “mentalidad de hinchas de fútbol”, “culpamos a otros de lo que nos pasa”. Me hacen pensar en mi abuela, que usaba la expresión “sauvage américain” para retarnos cuando hacíamos alguna picardía. ¡Que se le va a hacer, no somos europeos!

    El tono general también descalifica: “falacia”, “risible” y “penoso” (dos veces) y sugiere que proponer visiones distintas y apoyar grupos que las estudien es “potencialmente peligroso para la democracia”. Francamente esto no lo comparto. El conflicto y la polémica no son riesgos, sino posibilidades de crecimiento, de mejorar e incluso cambiar nuestra comprensión del presente y de pensar el futuro con más libertad. Cualquier cosa, hasta la opinión de un tío pasado de copas, puede calificarse como “potencialmente peligrosa”, pero muchas verdades salen de donde menos se lo espera.

    Por eso a mi me gusta, en la mesa de Navidad, escuchar a todos y sacar mis propias conclusiones, que tampoco son verdades absolutas ni definitivas.

    Finalmente, atención respecto de este tema, porque en Argentina la edición y comercialización de libros está siendo fuertemente monopolizada y puede ser un freno – mucho más real que potencial – a la difusión de ideas nuevas y diversas.

  15. silvina on 17 enero, 2012

    Se confunden peras con mandarinas. Se trata un tema y se contesta sobre otro. Qué tiene que ver que Di Stefano explique segun su parecer los riesgos sobre la creación de este Instituto que pone en duda el amor a la patria que tuvieron muchos de nuestros próceres con el pensar que la desigualdad actual en nuestra sociedad es producto de esos mismos seres . Basta de divisiones ,de mirar el pasado con los ojos de la actualidad.Seamos fraternos y comprendamos de una vez por todas que no importa si tenemos distintas visiones políticas o económicas sobre el devenir del pais, lo que importa es que esas visiones tengan una sola meta y que ésta sea el bien común.No más enfrentamientos ,dialoguemos y tratemos con espíritu crítico pero con grandeza de lograr una síntesis que nos permita desarrollarnos y lograr por medio de la educación y el trabajo la inclusión de todos los argentinos.

  16. José Petrosino on 18 enero, 2012

    Coincido con los conceptos del profesor Di Stefano, aunque humildemente voy a agregar algunas reflexiones de ciudadano de a pie argentino que pisa los ’70.
    Yo creo que la búsqueda del justo medio en lo tocante a «lo político»(para llamarlo de alguna manera) es una utopía. En el caso de la historiografía no hay más remedio, como mal menor, que aceptar un cierto grado de «sectarización»(o de «hinchacización» según el señalamiento del hijo del profesor).
    Para mi la distorsión más grande se produce cuando arrastrados por el sectarismo sus cultores hacen los análisis historiográficos FUERA DEL CONTEXTO en que se produjeron los hechos que se pretenden revisionar. Por ejemplo la mentada «barbarie» de la Mazorca de Rosas o la del Sarmiento del «no ahorre sangre de gauchos», que ambos bandos se enrostran, eran consecuencia de la «barbarie» de esa época y del «orden» completamente «bárbaro» de los estados-naciones-imperios-europeos, que regía en el mundo.
    Los hombre políticos(todos en mayor o menor medida) eran arrastrados por esa realidad «bárbara» en que estaban inmersos, todavía lo son a pesar que mucho ha cambiado en ese sentido.
    Creo que la creación del «Instituto Revisionista» es positivo y va a ayudar a tener una compresión mejor del pasado, lo malo sería que se prohibieran otras posiciones y se instalara a la fuerza una versión única, como ya ha ocurrido.
    Está muy bueno el título. Hay que tener cuidado con «la realidad», no siempre es lo que aparenta.

  17. Dante on 18 enero, 2012

    Coincidio con el esccrito de Roberto, sostengo hace ya muchos años que los argentinos nos planteamos la vida como un partido de fútbol, no solamente eso, sino que hay que ganarlo si o si a cualquier costo, aún cambiando las reglas en medio del partido. La vida no es así, tiene otras lógicas, no vivimos de antinomías, entre el blanco y el negro hay una serie de claroscuros muy interesantes.
    La historia se vive y se revisa a través de documentos, de testimonios (si es cercana), se cotejan las fuentes, hay que seguir ciertos elementos que estimo por la lectura del decreto y el este (y varios artículos, además de ver por la defensa del Insitituto en programas televisivos) que no es el camino del Instituto. Además muchas de las personas que lo integran no tienen ni títulos ni trayectorias para integrarlo. Un desacierto más, otra picardía de algunos vivillos que siempre viven a expensas de varios gobiernos, en fin el fútbol es el fútbol y la vida es la vida (en tal caso el fútbol es una partecita de la vida).
    Reproduzco el artículo citando fuentes.
    Gracias,
    Dante.

  18. Mercedes Massafra on 18 enero, 2012

    Muy bueno el artículo. Me da temor el revisionismo sesgado, y las divisiones que se siguen generando. Por eso es importante que se debata y nos hagan pensar. Gracias Roberto! Un saludo!

  19. Juan on 18 enero, 2012

    LA SABIDURÍA DE LOS CHICOS:

    Después de leer el artículo, y los comentarios al mismo, solo puedo decir que la historia no es un «River vs Boca». Nadie tiene toda la verdad de nada, analicemos con seriedad.Muy bien Silvio el hijo del autor,
    por su pensamiento.

  20. Horacio Enrique POGGI on 18 enero, 2012

    Me parece impactante el título de la nota de Roberto Di Stefano. Pero desacertado por prestarse a una lectura relativista de la historia y de los hechos. Aunque su autor declare lo contrario. Tampoco me parece fructífero insistir con la cantinela de las «verdades relativas» tan utilizada por los kirchneristas y los progres para imponer el discurso único. Si parto de la base que lo mío es relativo (léase erróneo), de antemano le quito validez al tema investigado (si es que hablamos de historia). Tampoco comparto que una idea sea sinónimo de verdad. Puedo tener un visión diferente y sostenida por documentación. La verdad es una sola, existen distintos caminos de arribar a ella, distintos abordajes. La realidad también es una sola, existen distintas formas de contarla, de relatarla, y no por ello voy a promover el absolutismo de nada ni voy a condenar a la Inquisición a nadie. Un accidente automovilístico es un accidente automovilístico y no un sismo. Que a la hora de hacer noticiable el hecho resalte más la responsabilidad de uno de los conductores o del estado de las rutas es una cosa. Ahora que yo diga que cada uno de estos relatos es una verdad relativa, es otra. Lo mismo ocurre cuando echamos mano a la historiografía. La dictadura del relativismo denunciada por Benedicto XVI veo que hace estragos.

  21. Juan Carlos Lafosse on 18 enero, 2012

    Ante todo, me parece excelente que el autor participe del debate de su artículo, sin ninguna duda es positivo y nos ayuda a todos. Gracias por eso, sé que exige paciencia y esfuerzo.

    Lo segundo, no había leído un comentario anterior del autor cuando publiqué el mío.

    Al respecto, me parece que el artículo también es en alguna medida descalificador y por lo tanto socavaría la convivencia y el diálogo.

    A mi me molesta – y lo reconozco – la desvalorización de los argentinos así que me prendo mal a veces en este asunto. Espero que me tengan paciencia.

    Cordialmente,
    jc

  22. Alejandro Gudesblat on 18 enero, 2012

    La historia es esa parte del pasado sujeta a interpretaciones que nunca deben ser tergiversaciones. La historia, como la vida, es una sola. la manera de interpretarlas a ambas jamás va a ser la misma para dos personas diferentes.

  23. Francisco Jorge DARDAN on 18 enero, 2012

    Y sí, un intento mas para MANTENER A TODO UN PUEBLO MIRANDO HACIA ATRÁS.- Llevamos generaciones enteras de argentinos mirando hacia atrás.- Hoy, somos gobernados, en nombre de un presidente que falleció hace casi 38 años (1974).- Que nos pasa a los argentinos ?.-
    SERÁ QUE PARA NOSOTROS NO HAY FUTURO.-

  24. Roberto Di Stefano on 18 enero, 2012

    No sé por qué mi nota es descalificadora, como dice Juan Carlos. Criticar no implica descalificar. No soy europeizante ni nada que se le parezca; creo que los argentinos tenemos defectos como tienen todas las sociedades. Si me preocupan los nuestros y no me pongo a señalar los de los otros es, justamente, por sano patriotismo: por amor a mi sociedad y a mi tierra, a su historia y a su presente, por el futuro de mi hijo y de mis nietos (si alguna vez me los da). El revisionismo histórico, a mi juicio, aportó mucho a la historiografía argentina. Pero insistir con la cantinela de que hay una suerte de complot para mentirnos y que que algunos tienen «la posta» y nos la van a revelar, me da risa y a la vez rabia, porque es apelar al sentido común más elemental para ignorar los aportes que ha hecho la historiografía desde el siglo XIX. Mi artículo no es anti-revisionista: el revisionismo hizo grandes contribuciones a nuestro conocimiento del pasado y tuvo figuras importantes -aunque las que hoy lo representan, en comparación, den pena-. Además, todos los historiadores somos revisionistas. Yo he dedicado mis últimos 20 años a revisar la historia de la Iglesia que encontré escrita. Me parece legítimo que haya una corriente historiográfica que lea la historia en la clave propuesta por el revisionismo. Lo que critico es que se nos diga a quienes no compartimos esa visión -que en la propuesta del instituto de marras aparece además caricaturizada- que somos enemigos de la patria y del pueblo. Este instituto, en un punto, es una muestra más de un espíritu que los KIrchner no inventaron, pero sí exacerbaron: si no estás con un bando, estás en el opuesto, y no hay pensamiento crítico que valga. Cuando fue lo de la 125, cada vez que hacía una crítica a cómo se habían implementado las retenciones, me decían: «entonces estás con los del campo». Días atrás, en otro asado, una amiga propuso una interpretación idealizada de la historia de los pueblos originarios: que eran pacíficos y sabios, etc. Le dije que la historia de esos pueblos antes de la llegada de los europeos era tan sangrienta como la de cualquier otra zona del mundo. La respuesta fue: «¡entonces justificás la conquista!». River y Boca, Batman y el Guasón… No voy a sumarme a ningún bando, porque quiero poder pensar y decir con libertad lo que pienso. Saludos a todos los que estamos participando de este intercambio.

  25. Roberto Di Stefano on 18 enero, 2012

    Ah, me olvidé de algo: sí, soy relativista. No sé si existe una verdad, pero creo que es imposible que los seres humanos nos pongamos de acuerdo en cuál es. Por eso creo que en la sociedad, como en la Iglesia, hay que admitir que el diálogo y la negociación entre diferentes puntos de vista es la base de toda convivencia pacífica y democrática. La Iglesia será de veras católica cuando lo admita. Y no me llama la atención que Benedicto XVI no quiera aceptarlo, porque cuando era Cardenal Ratzinger les cerró la boca a muchos teólogos católicos porque pensaban diferente.

  26. Roberto Di Stefano on 18 enero, 2012

    Me olvidé de otra cosa: la lógica futbolera es también lógica de partido. Que los peronistas critiquen a los radicales y viceversa me parece lo más natural. El problema es cuando la confusión -tan argentina- entre líder, partido, gobierno y estado lleva a que se proponga como iniciativa del estado -que debería ocupar un lugar super partes- una que es de partido. Si el PJ propusiera abrir un instituto de revisionismo histórico, me parecería incluso loable; que lo haga el estado argentino, me parece a la vez risible e indignante. En este sentido, mi artículo no es descalificador del revisionismo, pero sí de la iniciativa oficial.

  27. Juan on 19 enero, 2012

    HOLA A LOS QUE SE ENGANCHARON CON EL TEMA PLANTEADO POR EL AUTOR.

    POCAS VECES COMENTO MÁS DE UNA VEZ,EN RELACIÓN A UN TEMA.

    EL INTERESANTE PLANTEO DE HORACIO POGGI, MOTIVÓ UNA SEGUNDA INTERVENCIÓN.

    EL INCURSIONA EN EL TEMA RELIGIOSO. YO SOY CATÓLICO PRÁCTICO, Y ENTIENDO QUE ESTAMOS HABLANDO DE HISTORIA , Y NO DE LAS VERDADES RELIGIOSAS.UNO DE LOS PAPAS MÁS INTELGENTES Y PREPARADOS DE LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS, COMO ES BENEDICTO XXVI, AL HABLAR DEL»ECLIPSE DE DIOS», Y DEL RELATIVISMO DE ÉSTA ÉPOCA, CONSIDERO QUE NO SE REFERÍA AL ESTUDIO DE LA HISTORIA.

    ESTO DEJANDO DE LADO MI POSICIÓN DENTRO DEL CATOLICISMO, DONDE ENALGUNOS TEMAS QUE NO SON DOGMÁTICOS, DIFIERO DE LAS INTERPRETACIONES DEL ACTUAL PAPA.

    SI ENTENDEMOS A LA HISTORIA COMO UNA CIENCIA, DENTRO DE LAS CIENCIAS SOCIALES ,CREO SE APLICA A ESTA COMO A TODAS LAS CIENCIAS LO QUE DECÍA POPER, DE QUE UNA VERDAD ESTA SUJETA SIEMPRE A SER REFUTADA POR NUEVAS INVESTIGACIONES.

    ASÍ PROGRESÓ LA CIENCIA,LO QUE NO FUE FÁCIL, POR EJEMPLO A PASTEUR SE LE RIERON EN LA CADEMIA FRANCESA CUANDO EXPUSO SUS IDEAS.

    ENTIENDO QUE ES NECESARIO PARA CONVIVIR EN UNA SOCIEDAD PLURAL, UNA MENTALIDAD AMPLIA, LO QUE NO SIGNIFICA ADJURAR DE PRINCIOS ÉTICOS, QUE ESTAN FUNDAMENTADOS , PARA LOS QUE SOMOS RELIGIOSOS EN EL HECHO DE QUE EL HOMBRE ES IMAGEN DE DIOS, Y DEBE SER RESPETADO, Y PARA LOS QUE NO LOS SON EN QUE SOLO VALORIZANDO AL HOMBRE COMO TAL (HUMANISMO), Y RESPETÁNDONOS MUTUAMENTE PODEMOS TENER UNA CALIDAD DE VIDA ACEPTABLE.

    POR ESTO , SEAMOS SERIOS AL ANALIZAR LA HISTORIA, ACEPTANDO LO QUE NOS GUSTA Y LO QUE NO NOS GUSTA TAMBIÉN.

    POR ÚLTIMO QUERÍA VOLVER A REFERIRME A SILVIO EL HIJO DEL AUTOR DEL TRABAJO.DESCONOZCO QUE EDAD TIENE, PERO SU CAPACIDAD DE «SABER MIRAR», COMO ME ENSEÑABA EL MAESTRO GORDILLO EN UN POSTGRADO, DEMUESTRA UN BUEN NIVEL DE PENSAMIENTO, QUE ES MUY PROBABLE QUE LO LLEVE MÁS LEJOS AÚN QUE A DONDE HA LLEGADO SU PADRE, POSEEDOR DE UN CURRICULUM IMPORTANTE.

    SALUDOS

  28. Juan Sabogal on 19 enero, 2012

    Como ávido lector de historia, me interesan mucho estos artículos y los debates que genera, por lo que me atrevo a compartir una inquietud que intuyo obvia pero que, sin embargo, no veo reflejada en muchas notas y comentarios: Dejando de lado tergiversaciones maliciosas de la historia, lo más común en la mayoría de los libros que leo es toparse con historias «parciales» que toman aquellas partes (verídicas y comprobables) de la historia que justifican una posición ideológica, política o simplemente apuntalan la tesis que quiere expresar el autor en cuestión. Así vemos autores peronistas enumerar todas las «cosas buenas» del régimen de Perón (y no mencionar o minimizar las «malas») y viceversa. Lo mismo con Rosas, Dorrego, etc. No se «miente» ya que lo que se dice es «verdad» …pero qué pasa con lo que NO se dice o con aquello, que, aunque mencionado al pasar, se lo minimiza?
    Vengo de las ciencias «duras» en donde ocultar resultados experimentales que contradigan una hipótesis es crimen de lesa ciencia….no parece pasar lo mismo con la historia….
    Claro, la historia no es como la química o la física, no es neutra o imparcial, ya se sabe, puesto que el historiador le dará -incluso inconscientemente- énfasis a aquellas «partes» de la verdad que le parezcan las más adecuadas.
    No sé si hay salida para esto, salvo reconocer este dilema y poner un esmero continuo y deliberado en evitar caer en esta trampa (o al menos no hacerlo en forma tan alevosa). Gracias por la nota!

  29. Roberto Di Stefano on 19 enero, 2012

    Hola a todos. Silvio tiene 25 años y realmente es muy inteligente, no porque sea mi hijo. Con respecto a lo que dice Juan Sabogal: el buen historiador debe tener en cuenta la evidencia que contradice su postura y explicar por qué no es bastante para invalidarla. De cualquier manera, las distintas «ciencias» tienen sus propios parámetros de verdad y de evidencia. Si la historia es o no una ciencia, depende de qué se entienda por ciencia. Yo nunca hablo de ella como ciencia, sino como de una disciplina. Me parece que el historiador debe, siempre con evidencias suficientes, proponer -no imponer- lecturas verosímiles del pasado -no verdades absolutas- que ayuden a los demás a reflexionar sobre ese pasado y sobre el presente. Marc Bloch decía que el historiador no debe juzgar, sino ayudar a comprender, y no porque fuera un hombre ajeno a los compromisos políticos: fue fusilado por los nazis por su compromiso en la resistencia. Creo que en ayudar a reflexionar consiste nuestro oficio, por eso me indigna que se lo use para anular la reflexión con «verdades absolutas» y la condena como «enemigo» de quien no las acepta. Pero permanentemente me pongo estos problemas y reflexiono sobre nuestra tarea y sobre nuestro rol social, que del siglo XIX para acá se ha desdibujado.

  30. Héctor Bustamante on 20 enero, 2012

    Estoy de acuerdo con el autor del artículo. Éste Instituto del Revisionismo Histórico es hacer lo mismo que los liberales hicieron en los tiempos de la Levene y Ravignani, pero al revés. La Academia de Levene proscribió a Vicente Sierra, José María Rosa y a otros solamente por defender el nacionalismo.
    Creo que debe privar el criterio de historiadores como Pérez Amuchástegui, Enrique Barba y Roberto Marfany, quienes hicieron de la historia una disciplina seria y plural.
    Al oficialismo hay que decirle que el revisionismo triunfó sin la creación de éste instituto, porque Jauretche, Scalabrini Ortiz, José María ROsa, Leonardo Castellani, y los otros nacionalistas son aceptados por el público lector. Ya ningún hjstoriador profesional recurre a las mismas fuentes del pasado libera – levenista
    Hoy en día no existen vacas sagradas en la historia argentina. La documentación seria demuestra que los actores de nuestra vida política y cultural tuvieron aciertos y cometieron errores.
    El instituto de los cristinistas pretende instaurar su relato sea como sea.

  31. horacio bottino on 22 enero, 2012

    Sin duda,creo que hay que REVISAR la historia que enseña.¿o acaso desde las ideologías (liberalismo,marxismo,mitrismo no se ha mentido sobre las actitudes y juicios de la Iglesia en Argentina y,de los católicos en particular?¿no se ha olvidado la importancia que jugó la fe cristiana?

  32. Gabriel on 23 enero, 2012

    Comparto el pensamiento del autor, en todo menos en su analogía (?) con la Iglesia Católica en uno de sus comentarios. La Teología es dogmática por definición. Una ciencia por definición no puede serlo. Son dos esferas. Comete aquí el mismo error que la inquisición condenando a Galileo pero al revés. Son dos esferas hermenéuticas. Al que no le guste ser católico puede hacer mormón, budista o ateo.

  33. Gabriel V on 23 enero, 2012

    En cuanto a Peretti y Ruben, hay que tomarlo como de quien viene. Kirchneristas fanáticos. En todos los foros es igual. Llegan al despropósito de acusar a la historia supuestamente oficial (antirosista) de los males del interior. Cualquier ignorante a esta altura sabe que mas allá del «relato federal» (mueran los salvajes unitarios) Rosas fue el más grande centralizador unitario de todos los tiempos (Quiza con la única excepción de este gobierno y algún gobierno militar).

    El problema no es el revisionismo. La historia necesita ser revisionista para no convertirse en repetición doctrinaria. El problema es el ideologismo. Bajo la máscara del revisionismo se esconde una expresa voluntad de manipular el relato histórico en función de una ideología. Y encontraron al mercenario ideal (O Donelll): Alfonsinista, menemista, kirchnerista sin escalas

  34. Francisco Jorge DARDAN on 23 enero, 2012

    Señor Roberto Di Stéfano
    Con relación a su auto denunciado «relativismo», si bien que relativizado a continuación, cuando confiesa: «NO SE si existe una verdad……. pero, creo que es imposible que los seres humanos nos pongamos de acuerdo….», me permito consignar, para su reflexión, un aserto y un ejemplo, a saber:
    1)- la condición de verdadero o falso de algo, no depende, en absoluto, del acuerdo o desacuerdo de los seres humanos o no humanos; y
    2)- si, de dos seres humanos, ubicados en un espacio y tiempo determinados, uno dice que llueve y otro sostiene que no llueve, uno de los dos se equivoca fulero.-

  35. JUAN on 24 enero, 2012

    HOLA NUEVAMENTE A TODOS LOS QUE CON GANAS DE REFLEXIONAR , Y ESPERO NO TOMAR ESTE TEMA COMO ALGO DE POLÍTICA PARTIDARIA, HAN HILVANADO TODOS ESTOS PENSAMIENTOS TAN INTERESANTES, A PARTIR DEL AUTOR, Y DE UN RAZONAMIENTO DE SILVIO,

    ME MOTIVÓ FRANCISCO JOSÉ DARDAN, PUES COMO ABOGADO ENAMORADO DE LA HISTORIA, PIENSO QUE ÉL SE ESTÁ REFIRIENDO A LO QUE SE LLAMA EN DERECHO «HECHO NOTORIO», QUE NO NECESITA PRUEBA.

    AHORA LA VIDA NO SE COMPONE SOLO DE HECHOS NOTORIOS, Y SOBRE TODO CUANDO SE TRATA DE DESENTRAÑAR EL PASADO QUE SE FUE, ALLÍ VIENE EL ESTUDIO SERIO ,LA INVESTIGACIÓN , EL ANÁLISIS, QUE NO «RELATIVIZA » EL MUNDO SINO QUE LO VUELVE UN POCO MÁS ENTENDIBLE.

    SALUDOS

  36. Francisco Jorge DARDAN on 24 enero, 2012

    Señor Juan

    La única diferencia que existe entre HECHOS NOTORIOS y HECHOS NO NOTORIOS, como Vd. mismo refiere, es a lo sumo, que esos últimos, a lo mejor, NECESITAN UNA INVESTIGACIÓN mas puntillosa, detallista y acabada.- Pero, SIEMPRE HABRÁ UNA VERDAD O UN ERROR, respecto a una proposición determinada.-
    Esto último es por aplicación de los PRINCIPIOS DE IDENTIDAD Y NO CONTRADICCIÓN.-

  37. Juan Carlos Lafosse on 25 enero, 2012

    Los argentinos, no “somos…” sino que tenemos una historia que explica muchas de nuestras actitudes y conductas colectivas e incluso individuales. Yo creo que esta es la diferencia de matiz que hace que en lugar de culparnos y desmoralizarnos por los problemas que enfrentamos podamos encontrar las posibles soluciones. Que nos sepamos y sintamos capaces. Y por eso es importante entender (un poco) como llegamos a donde estamos. Fantástica la definición de Marc Bloch.

  38. María Concepción on 8 febrero, 2012

    Roberto, me pregunto si no habrás quedado entrampado en la lógica señalada por tu hijo, algo así como ELLOS NO, NOSOTROS SÍ. Nosotros los que detentamos el saber certificado, homologado, etc. etc. en contraposición del bajo saber de ELLOS. ¿Dónde queda la circularidad de saberes? ¿La creación de vasos comunicantes entre los unos y los otros según parece estar definido este estadio? El Instituto aspira crear una base de datos ¿No pensaste en aportar algunos de los calificadísimos estudios ya realizados por distintas instituciones de nuestro país? Me queda una duda ¿Existe un corpus de historia iberoamericana? Otra pregunta ¿No será que se le teme al saber popular?

  39. Alberto Sarramone on 23 febrero, 2012

    Trémulo de pavor, acometo la impertinencia –desde mi modesto ángulo de aficcionado- de comentar lo escrito por el Profesor Di Stefano, de impresionante CV de investigador, al que me permito calificar de “impenetrable” pues no encuentro ni criterio, finalidad, frase o palabra con la que pueda no estar de acuerdo, aunque recibiera una fortuna por intentar hacerlo. La buena suerte, para los que vamos saliendo de la vida, es saber que el “barrabravismo kanalla”, pues hincha soy y no me avergüenzo, no logrará corroer las conciencias del articulista, de la mayoría de sus 38 comentaristas y de la mayoría de los abnegados argentinos… En el reflujo del tsunami que nos tiene inmersos, volverá a resurgir la convivencia contra la que hoy se actúa desde el Poder en esta y otras actividades.

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