Una de las zonas turísticas por excelencia dentro de España es la Costa del Sol, popularizada en los años sesenta para las de Málaga, Almería y Granada. Además de las playas, Málaga esconde un importante legado cultural. La actualidad de Málaga dista mucho de cuando era paso obligado en el circuito mercantil fluvial, cónclave industrial en el siglo XIX o unívoco destino turístico veraniego. Una política de estado sostenida en el tiempo, con los cambios de gobierno de rigor, propuso integrar a la ciudad de manera contundente al turismo cultural que era casi exclusivo dominio de Granada y Sevilla, dentro de Andalucía.
Dos monumentos históricos dan cuenta de su larga historia, y la puesta en valor de su rico patrimonio arquitectónico: el Teatro Romano y la Alcazaba. El primero incluye, desde hace poco más de un año, un centro de interpretación que permite conocer algunos secretos de los restos de la estructura construida en tiempos del emperador Augusto. Es una pequeña edificación que combina hierro, cristal y acero y reproduce en sus paredes exteriores la Lex Flavia Malacitana, esto es, la “romanización” de la ciudad en tiempos de ese Imperio. Por detrás de las ruinas, que lucen una impactante iluminación nocturna, se eleva en el monte Gibralfaro (en su cumbre tiene al castillo homónimo), la Alcazaba. Esta fortificación musulmana construida en el siglo XI posee muchas partes extraídas del antiguo teatro romano. La historia iba a tener un nuevo giro, definitivo y clave para la existencia latinoamericana, en la figura de los Reyes Católicos que conquistaron el Reino nazarí de Granada en 1487.
A tono con la historia política española, en Málaga también fue ungido el primer parlamentario comunista del país, y con anterioridad habían tenido gran predicamento las ideas liberales. En tiempos de la Guerra Civil se vivieron en sus calles terribles enfrentamientos y la quema de iglesias: la de San Felipe de Neri fue saqueada en 1931, la del Carmen funcionó como almacén, la de San Lázaro fue destruida y restaurada tempranamente en 1948, y una cuarta –que no pudo reconstruirse– sirvió como improvisado cine hasta su demolición varias décadas atrás.
Un nombre de la ciudad
Existen dos museos en Málaga dedicados a la memoria de Pablo Picasso, asiduamente visitados, con igual flujo turístico que el Carmen Thyssen (en su semana inaugural colas de cuatro cuadras pugnaban por el ingreso). Uno se denomina Museo Picasso Málaga, y el otro es el Museo Casa Natal, administrado por la Fundación Picasso. El MPM se encuentra en el Palacio de Buenavista, mezcla de tradiciones renacentistas y mudéjares, y tiene en exposición dibujos, óleos, cerámicas y esculturas de las diversas etapas del genial artista. De su inagotable creatividad podemos citar Jacqueline sentada, de 1954, donde profundiza el contraste entre figura y fondo y la descomposición del aspecto físico en sus rasgos más definidos; e Insecto, de 1951, donde exploró la decoración y el arte junto a la dimensión del espacio en la serie de cerámicas pintadas en la fábrica Madoura de Vallauris. Además, este Museo propicia el diálogo con otros artistas en su vínculo con Picasso.
El Museo Casa Natal custodia gemas como los bocetos de Las señoritas de Aviñón y una colección de 238 litografías que se exhiben a escasos metros del edificio natal de Picasso, frente a la Plaza de la Merced. Este ambiente recrea, por desgracia sin el mobiliario original, la casa de la niñez de Picasso. El barbero de Picasso, la exposición que tuvo su paso por Buenos Aires años atrás, estuvo ofreciéndose a los visitantes. Inmediatamente antes, nuestro Antonio Berni había sido objeto de una singular experiencia de intercambio entre esta casa y la Universidad Tres de Febrero, que luego la exhibió aquí, frente a la estación de trenes de Caseros. Hasta junio, el conocido artista Rogelio López Cuenca desarrollará los coloquios Surviving Picasso y, a comienzos de año, el valenciano Manolo Valdés hizo lo propio con su exposición Picasso como pretexto.
Museo Carmen Thyssen
En otro palacio que data del siglo XVI abrió sus puertas el Museo Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en su conjunto menor a la colección del Thyssen madrileño, pero con rasgos bien distintivos que lo ubican dentro de las grandes novedades en materia de exhibición del patrimonio pictórico europeo. Especial atención tiene la pintura andaluza en la sede de Málaga, sin descuidar la diversidad que caracteriza a la colección. Probablemente la estrella sea Francisco de Zurbarán con Santa Marina, su clásico trabajo con el claroscuro para resaltar la religiosidad.
Además de los Maestros Antiguos, el Museo ofrece la sección Paisaje romántico y costumbrismo, con obras de Manuel Cabral Aguado Bejarano, Rafael Benjumea y José García Ramos como una síntesis de lo mejor de la pintura andaluza. Emociona en los recuerdos contemplar, particularmente, a los ancianos relatando ciertos motivos tradicionales que reflejan esas pinturas. Gitanos, toros y flamenco en pinceladas que convirtieron esta característica andaluza en la esencia de la imagen española.
En la segunda planta, la colección Fin de siglo permite tomar contacto con Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga, que con su Corrida de toros en Eibarmuestra el interés por continuar los temas que reflejen los motivos tradicionales españoles. El museo cuenta con una superficie total de 7147 metros cuadrados, de los cuales 5185 son de uso expositivo. “En un principio fue la residencia de los marqueses de Villalón –señala Cristina Botija, responsable de comunicación del museo– y luego ha sido hasta tienda de decoración. Ahí se comprende por qué determinados elementos arquitectónicos del palacio habían sido ocultados. Los trabajos en el edificio comenzaron en 2007 para poder ponerlo en valor añadiéndole las necesidades propias del museo, con construcciones anexas con la última tecnología y confort”.
El Museo abrió sus puertas el 24 de marzo de 2011 y el modelo de peatonalización de la calle Larios, la arteria principal del casco histórico, se extiende hasta sus puertas, permitiendo recorrer todos los emplazamientos de interés a pie y sin las molestias del tránsito. En la inauguración se vieron postales conocidas también en la Argentina: políticos disputándose la foto con celebrities como Antonio Banderas, padrino del emprendimiento; el torero Javier Conde y la cantaora Estrella Morente, entre muchos otros.
El Festival de Málaga
Donde también están las estrellas locales es en el Festival de Cine. Con un perfil orientado a la producción española, pero con fuerte impronta latinoamericana, el Festival se aprestaba a celebrar, al cierre de este número, su 15º edición. El encuentro se desarrolla fundamentalmente en tres ámbitos muy especiales: el histórico Teatro Cervantes, el teatro Echegaray y el remozado cine Albéniz, que también se sitúa junto al complejo del Teatro Romano-Alcazaba. Estos, y otros espacios se encuentran unidos por una larga alfombra roja que tapiza todo el circuito, de casi siete kilómetros. A su vera se realizan actividades especiales como exposiciones al aire libre (en la edición 2011 la central fue en homenaje al fotógrafo José Luis Alcaine, Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Pedro Almodóvar, y premio Cóndor de Plata por La puta y la ballena, de Luis Puenzo).
Conviven en el festival dos características muy particulares. Por un lado, un encuentro de cine con películas de autor y homenajes a directores de culto (tal el caso de Isaki Lacuesta en 2011 o Cesc Gay en 2012); por otro, un clima de festival que es una estampa de otro tiempo: jóvenes que esperan pacientes durante horas en la puerta de los hoteles o acodados en las vallas el paso de una figurita local (en rigor, siempre surgidas de la televisión), y que corren y aúllan por las calles persiguiendo la limusina con la estrella de sus sueños. Carmelo Romero, su director desde 2008, afirmó que “el Festival de Málaga no busca las óperas primas, sino que en la selección encontramos las óperas primas que creemos que tienen calidad suficiente y son novedosas”. La competencia oficial 2012 se nutrió de nueve películas de consagrados y otras cinco de nuevos directores. Particularidades de un año especial, se incluyó la última de Daniel Burman en la competencia oficial, La suerte en tus manos, y la animación O Apóstolo, de Fernando Cortizo, con música de Philip Glass. Adiós a la reina, película que inauguró la Berlinale, dirigida por el reconocido BenoitJacquot, fue la elegida para la clausura.
En virtud de un acuerdo que se mantiene inalterable desde los orígenes de Pantalla Pinamar, el encuentro cinematográfico que dirige Carlos Morelli, una sección denominada “Lo mejor del Festival de Málaga” se hizo presente en las ocho ediciones realizadas en el balneario bonaerense. Este año exhibió de la selección 2011: Cataluña sobre todo!, Cinco metros cuadrados (con el drama inmobiliario y el protagónico de Malena Alterio) y Arriya, la piedra, que trajo al país a Sara Casasnovas, conocida entre nosotros por su labor en la miniserie Amar en tiempos revueltos. Málaga en la Argentina reafirma ese intercambio de acentos que celebran una historia común y una admiración compartida.
Presencia cristiana
En la despedida no puede omitirse la tercera gran maravilla arquitectónica de la ciudad, la Catedral de Málaga. Arquitectura clave para conocer el Renacimiento español, Santa María de la Encarnación –tal su advocación–, comienza a construirse sobre los muros de la antigua mezquita mayor en 1528; y es recién en 1782 cuando se la considera concluida. Su fachada, de magnificencia barroca, sus portadas, capiteles y su capilla mayor celebran un conjunto de grandes dimensiones que deslumbran al visitante.
Otras iglesias que revisten especial interés son la del Santo Cristo de la Salud, construida por la Compañía de Jesús –muy cerca Museo Carmen Thyssen–; la de San Juan Bautista, con su amalgama de estilos gótico y mudéjar; la del Sagrado Corazón, con su estilo neogótico en auge en los años 20; la de Santa María del Sagrario (del gótico isabelino) y la de Santiago Apóstol, que añade a su rica arquitectura la singularidad de que allí fue bautizado Pablo Picasso.
Si algo destaca a Málaga es la palpable fe católica, que se exterioriza en Semana Santa con las saetas y aplausos a las imágenes en procesión hacia “La manquita”, como se denomina popularmente a la Catedral, que tiene una de sus dos torres sin terminar. La tribuna que cada año se levanta en la plaza Constitución para ver la procesión tiene dimensiones impactantes. Pero los conocedores aseguran que es casi imposible conseguir lugar allí. Postales de la crisis europea: los jubilados cambiaron las históricas cafeterías del centro por los locales de comidas rápidas y café barato para sus largas mesas de discusiones políticas. Pero con énfasis se siguen celebrando.