El misterio del abandono

Un acercamiento a la psicología de Jesús en forma ficcionada es la propuesta del libro Le drame intérieur de Jésus, de Raymund Schwager (Salvator, París, 2011, 220 páginas). Traducción al francés del original alemán de 1991 (Dem Netz dees Jägers entronnen, Kösel, München), el presente libro de Raymund Schwager (1935-2004) presenta un relato de ficción audaz de la vida de Jesús a partir de su conciencia. Hay un intento de asomarse a la psicología de Jesús, a pesar de los consejos de Romano Guardini.

Los textos del Nuevo Testamento permanecen supuestos y presentes, como en una pantalla invisible detrás del espectador. Mientras que el develamiento de su conciencia y de su fe (cf. Balthasar y Guillet) se hace principalmente con textos de los salmos y los profetas, en un diálogo orante con el Padre, a la escucha de su voluntad, y con una importante presencia-identificación con la figura del “Hijo del hombre”. Vemos el desarrollo concreto de la

vida de Jesús siguiendo su tejido dramático, según la cita introductoria de Balthasar: “La misión de Jesús es a tal punto suya que no se encuentra lista o como prefabricada… pero de tal manera que debe formarla con toda su responsabilidad libre a partir de Él mismo, e incluso inventarla en un sentido verdadero”.

El autor sigue paso a paso los actos del drama: la vida de Nazaret, el llamado a participar del reino del Padre, el juicio con el rechazo, la Crucifixión, la Resurrección y el Espíritu y la nueva viña (la Iglesia). Sabemos que Schwager ha tenido un fructífero diálogo con René Girard y que ambos autores se han influido y corregido mutuamente en forma decisiva.

En la cruz, se muestra la representación de Jesús, al afirmar el autor: “Cuando lo elevaron en la cruz, un dolor punzante e interminable invadió su conciencia” (Is 53,5). Las palabras de burla sobre la acción de su Padre por su intermedio no alcanzaban más a su alma, sino a través de un velo y se transformaban en flechas, tiradas por manos anónimas, que lo golpeaban justamente allí donde Él había hecho la intensa experiencia de la presencia dulce y plena de felicidad de su Abbá. Oró por sus enemigos: “Padre, perdónalos, ya que no saben lo que hacen”. Quiso todavía una vez transformar en amor todo el mal que esas figuras anónimas habían hecho de la bondad de su Padre (Sal 56,6).

De improviso, vio delante suyo a su discípulo Judas. Él también colgaba de un árbol y se contorsionaba en su dolor y su desesperanza (Ecl 47,23). En su propio desconcierto, Jesús atrajo a Judas cerca de sí, y a otros que se encontraban en lucha con la muerte en un sufrimiento similar, y que parecieron seguirlo. Cortejó el corazón infiel y desesperado de su discípulo (Os 2,16) y se desposó de nuevo con él (Os 2,21). Haciendo esto, penetró en Él todo el horror de la increencia y del rechazo de Dios y cayó en las tinieblas y en un abismo sin fondo (Sal 88,5-7). Se hundió así de más en más, sus movimientos se hicieron más lentos y finalmente quedó inmóvil. El tiempo ya no existía. Sólo subsistía un espacio sin dirección ni meta, un lugar de horror innombrable y de dolorosos terrores, un mundo de eterna desesperanza. Del fondo de su ser surgió un llamado, un grito: “Eloi, lamá sabactani?” (Mi Dios, mi Dios, por qué me has abandonado?). Luego se puso en las manos de aquel de quien se sentía completamente abandonado (Job 16, 6-19; Drame, 2011, 166-167).

El trabajo del autor es novedoso, quizás algo arbitrario, como todo relato de ficción, pero al mismo tiempo sugerente y estimulante. Sin duda, los exégetas tendrán sus objeciones que  plantear. Pero nos parece un libro valioso que puede ayudar a la fe de muchos lectores, en el año de la fe que comienza.

El autor es sacerdote y profesor de Teología.