Recuerdo del recientemente fallecido arquitecto y artista Clorindo Testa con la admiración de su colega, actual director de Casco Histórico de Buenos Aires.

bl1Sería irreverente, para con Clorindo Testa, para con ustedes como lectores y para conmigo, encarar este escrito a modo de nota necrológica. Porque esa modalidad no se aviene con el espíritu ni con el modo de ser de ese personaje singular que se marchó el último 11 de abril.

Prefiero encararlo como una reflexión en torno de la particular manera con la que Clorindo asume sus vocaciones, la de arquitecto y la de artista plástico.

Casi todos los rasgos de su producción en los dos campos disciplinares muestran la frescura, la alegría de vivir (esa joie de vivre que proclamaba Le Corbusier) y la aparente espontaneidad (y digo aparente porque esa actitud tiene detrás una vasta cultura visual y un profundo conocimiento de la historia) con las que encara la resolución de sus realizaciones.

De todos modos, uno percibe que en el núcleo de su pensamiento hay una meta muy clara: la búsqueda de la belleza por encima de reglas, códigos, normativas o manifiestos. Acaso se trate de un mandamiento genético, pero tiendo a pensar que ese objetivo estaba, en su hacer arquitectónico, por encima del enunciado vitruviano. Es decir que utilitas y firmitas cedían paso a venustas.

Pero esa indagación por lo bello sorprende, en la obra de Clorindo Testa, por su frescura y su regocijo, por su lenguaje irreverente y heterodoxo. Hay en cada enunciado una peculiar amalgama de acordes armoniosos con disonancias que son transgresoras, sin asumir –a mi modo de ver– la pose de ser provocadoras.

El Banco de Londres

Este hermoso ejemplo de arquitectura contemporánea será para mí, y para muchos de mis colegas coetáneos o casi, el Banco de Londres (su nombre completo era Banco de Londres y América del Sur) por encima de los cambios que haya tenido o vuelva a tener. Porque para que se cumpliera el sortilegio que significó la culminación de esa obra tuvo un papel vital dicha entidad, que impulsó un proyecto sorprendente cuando apenas comenzaba la segunda mitad del siglo pasado, y cuando había un modelo edilicio consagrado para las grandes firmas corporativas en lenguaje contemporáneo. Honor, pues, al Banco de Londres.

Otro ingrediente en este encuentro providencial fue el creador, el arquitecto con vuelo artístico que imaginara en esa esquina de la City de Buenos Aires una imagen inédita y un espacio que provocaría una reacción emotiva. Esto es, era necesaria la presencia de Clorindo Testa. Pero el trípode se completa con el auxilio de un estudio de alta profesionalidad y sapiencia, de rigor y experiencia, que era SEPRA (Sánchez Elía, Peralta Ramos y Agostini), donde Alfredo Agostini puso su imaginación y destreza para convertir en planos de encofrados los fascinantes dibujos de Clorindo, cuando no existían los recursos informáticos que hoy son comunes en cualquier despacho de arquitectos.

Yo integraba como vocal la Comisión Directiva de la Sociedad Central de Arquitectos y recuerdo cuando antes de iniciarse una reunión de rutina, Santiago Sánchez Elía, que era vicepresidente, comentaba ufanado que la noche anterior, en la inauguración del flamante edificio del Banco de Londres, Mario Roberto Álvarez le dijo que, al ingresar en el espacio central, percibió una emoción tal que le “puso los pelos de punta”. Y esto, dicho por Mario, tenía doble valor.

Creo que vale la pena apuntar que la visión de esta esquina se vio potenciada por la reforma de la calle Reconquista. En efecto, lo mismo que acontece con la Iglesia de la Merced y el convento anexo, hubo un cambio en la percepción de esas obras cuando, en lugar de las estrechas veredas, se las ve emerger de un piso integrado.


Últimos trabajos

A comienzos del año último vinieron a verme los directivos de la Asociación de Amigos de la Avenida de Mayo en mi condición de Director General del Casco Histórico de la Ciudad. Su problema eran las continuas pintadas en las persianas de los comercios, lo que deslucía y a veces agraviaba a locales centenarios.

Recordamos algunas experiencias positivas con el uso pictórico artístico en las cortinas de la avenida Patricios y yo evoqué un Guernica de Picasso en el barrio de la Paternal, que sobrevivió sin mella alguna muchos años pese a estar ubicado en la cuadra de una escuela. En esa conversación nació, pues, la idea de convocar a pintores de gran nivel para encargarles la tarea de imaginar cómo lucirían sus obras en las ocho cuadras de la Avenida. A razón de un artista por cada vereda, es decir, 16 artistas que incluían, entre otros, a Marta Minujín y Silvina Benguria, Rogelio Polesello y Edgardo Giménez, Pedro Roth y Horacio Cacciabue, Marino Santa María y Clorindo Testa, más la presencia de un grafitero, Jaz. Puede imaginar el lector que los domingos la Avenida de Mayo serán una exposición a cielo abierto del Arte Contemporáneo Argentino.

No puedo evitar un temblor al evocar el entusiasmo con el que Clorindo respondió a mi llamado. De inmediato pidió medidas y detalles para ponerse a trabajar, y creo que fue el primero en enviar sus bocetos cuando llegaba a su fin el invierno pasado.

Por eso, al aceptar el convite de José María Poirier para redactar este artículo en memoria del amigo, quise aprovechar para hablar y mostrar uno de sus últimos trabajos que tendrá presencia callejera.

Palabras finales

Al releer las líneas precedentes advertí que en casi todos los casos, al mencionar emprendimientos de Clorindo, conjugué los verbos sin pretéritos. Y como fue un giro natural, decidí no corregirlo; revela hasta qué punto lo consideramos presente y vital. Con aquella figura tan contrastante con su producción creativa: siempre de traje y corbata, incluso chaleco, sin añadido alguno en su rostro, ni bigote ni barba, sólo esos gruesos anteojos formales. Se lo podía ver así cuando trazaba sus proyectos y también cuando pintaba con aerosol sus cuadros.

Estoy convencido de que la obra y la personalidad de Clorindo Testa serán un hito imprescindible para la arquitectura argentina, como lo fue James Joyce para la literatura británica o como lo es Astor Piazzolla para el tango.

Por eso digo que no ha muerto pero lo vamos a extrañar.

El autor es arquitecto y autor de varios libros, entre ellos, Argentinos arquitectos en el mundo y Peralta Ramos en la arquitectura.

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