Furia ideológica y violencia en la Argentina de los 70
de Daniel Muchnik y Daniel Pérez
Buenos Aires, 2013, Ariel
Daniel Muchnik y Daniel Pérez han escrito un libro emocionante e inspirador. Son dos miradas distintas, dos relatos autobiográficos, en el que se atreven a contar cómo vivieron, de verdad, los setenta; no son indulgentes con ellos mismos y eso es tal vez el atributo que el lector más agradece porque le permite comprender cómo fue aquella época de sueños, entrega, sacrificios, manipulaciones, errores, sangre y muerte. Años complejos que han sido revitalizados por el kirchnerismo aunque en una clave maniquea, binaria, como subrayan los autores. Por eso, Furia ideológica y violencia en la Argentina de los 70 es un libro sobre la historia reciente, pero en permanente diálogo con el presente.
En aquellos años Muchnik era un joven sensible a las injusticias, pero también al arte y a la cultura en general. Favorable a la reforma del sistema, pero contrario a la lucha armada. Deseoso de formar una familia, educar a sus hijos, progresar en el trabajo, disfrutar de la vida.
Por su lado, Pérez era un joven educado en un hogar comunista, que dejó todo, hasta la pequeña hija de su mujer, a la que había adoptado, para viajar a Bolivia y contactarse con los sobrevivientes de la guerrilla del Che. Pero, primero tuvo que viajar a Cuba para ser entrenado política y militarmente; terminó salvando su vida gracias a un supremo acto de voluntad, cuando decidió abandonar a ese grupo guerrillero que se encaminaba al suicidio, literalmente.
Muchnik nos cuenta cómo eran las redacciones en los sesenta y los setenta, donde surgieron varias publicaciones notables, que quedaron en la historia. Nos habla de Juan Gelman, Paco Urondo, Jacobo Timerman y Rodolfo Walsh, entre otros, a quienes conoció de muy cerca, en el trabajo. Pérez aborda un tema tabú en los libros sobre los setenta: la influencia, nociva, de Cuba, el Che Guevara y el mito de la Revolución Cubana en la lucha armada en la región, en especial en nuestro país.
Los autores señalan en todo momento la importancia de las ideas y de las consecuencias de las ideas, de las cuales quienes trabajamos con ellas (por ejemplo, los periodistas e intelectuales en general) deberíamos hacernos cargo, cosa que por lo general no ocurre. “Las ideas son artefactos que pueden ser más peligrosos que los explosivos”, advierte Pérez.
En este sentido, desnudan la notable vigencia del progresismo en nuestra sociedad, en especial en ambientes como el periodismo, a pesar de que muchos de sus postulados han fracasado en todo el mundo. Cuba y sus problemas económicos, sociales y políticos están ahí para demostrarlo. Y señalan que el progresismo es, antes que nada, un estilo de vida, basado en la supuesta supremacía moral de quienes pertenecen a ese círculo.
Con todo, el libro tiene un final optimista basado, precisamente, en el derrumbe del mito socialista o marxista. Eso en el plano general. Yendo a la Argentina, el optimismo se basa en el debilitamiento del kirchnerismo, que los autores leyeron en forma correcta aún antes de su derrota electoral. Lo que puede un análisis correcto de la realidad basado en una historia sin anteojeras.
Ceferino Reato