Con la muerte de Harun Farocki, acaecida el mes pasado a la edad de 70, se extingue una de las miradas más lúcidas y reflexivas sobre la construcción de la imagen que ha brindado la historia del cine. Su obra, desconocida por años en Buenos Aires, ganó notoriedad gracias a la sostenida difusión del Instituto Goethe y del BAFICI, que ofrecieron al público porteño buena parte de esa labor.
Farocki nació el 9 de enero de 1944 en Nový Jičín, Checoslovaquia, entonces llamada Neu Titschein en el marco de la anexión de los Sudetes por parte del Tercer Reich. Cineasta de familia checa, su formación y su carrera transcurrieron en Alemania. En la Academia de Cine y Televisión de Berlín cursó estudios entre 1966 y 1968, cuando fue expulsado por motivos políticos. Con un pensamiento gestado al amparo de la joven generación del ’68, Farocki se dedicó a cuestionar y develar cuánto del orden económico y político esconde la creación de imágenes como modelo de control social. Así, desde Imágenes del mundo y epitafios de la guerra –donde los pilotos aliados que sobrevolaron Auschwitz y la fotografiaron detalladamente nunca identificaron un campo de exterminio– a Los creadores de los mundos de compras –en la que revela como la aparente naturalidad de los centros comerciales responde a una planificación casi científica–, Farocki supo testimoniar las “intersecciones sociales entre guerra, economía y política, sobre el telón de fondo de una historia audiovisual de la civilización y de sus técnicas”, tal como señaló el estudio de la teórica Christa Blümlinger.
Su extensa filmografía iniciada en 1966 como estudiante obtuvo notoriedad en 1969 con El fuego inextinguible (en la que con austeridad brechtiana indaga agudamente sobre la producción de napalm ante el flagelo de Vietnam). También se detuvo ante los grandes flagelos de la historia como la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, la división de las dos Alemanias o la caída del dictador Ceaucescu en Rumania; pero incluyó temas aparentemente triviales como los noticieros televisivos o la producción de la foto central de la revista Playboy: “Cada mes una nueva chica se transforma en centro. Pero un punto no tiene extensión y es invisible. Esto es lo que filmamos”, señalo oportunamente Farocki. También se destacó como guionista, particularmente en la obra de Christian Petzold, con quien co-escribió varias historias que éste llevo a la pantalla (Barbara, entre otras).
Definido como multifacético, cuestionador o revolucionario, la obra de Harun Farocki, ya sea con sus películas documentales, ensayos fílmicos o video instalaciones, desafió los modos habituales de comprender el cine y continuará siendo un modelo de nuevas formas de pensamiento sobre la imagen, la mirada y la técnica.
El autor es diseñador de Imagen y Sonido (UBA) y miembro de la Asociación Española de Estudios de la Comunicación Iberoamericana con sede en la Universidad Complutense de Madrid.