“El círculo caminaba tranquilo” es el título de la importante muestra internacional, con más de 180 obras, que se exhiben hasta el 18 de enero del 2015 en el Museo de Arte Moderno. Texto del escritor uruguayo Felisberto Hernández guían el original recorrido.

¿Cómo podría una línea, que se desarrolla tranquila, que se despliega y crece, hablar de nuestra existencia contemporánea, de nuestra soledad, introspección y necesidad de amor, así como las idas y vueltas del arte y los avatares del mundo? Con esta reflexión nos introducimos en el espacio blanco e indiferenciado del subsuelo del Moderno. Esta “puesta en escena” de dibujos sobre papel pertenecientes a la colección del Deutsche Bank Kunsthalle de Berlín, en diálogo con obras de artistas argentinos pertenecientes a la colección del MAMBA, fue magistralmente realizada por la cineasta brasileña Daniela Thomas, en colaboración con la actual directora del museo, Victoria Northoorn.

El descenso de dos pisos al subsuelo pareciera ser la preparación para una muestra que propone  habitar –más que recorrer– un espacio de exhibición uterino, adonde las imágenes flotando en la blancura de un entorno desprovisto de ángulos rectos dialogan entre sí liberadas de todo aquello que constituiría normalmente su “ficha técnica”.

Aquí el lenguaje puro del dibujo despliega sus elementos formales para relacionarlos en un sinfín de contrapuntos posibles.

Un texto del escritor uruguayo Felisberto Hernández sirvió de inspiración y da el título a la muestra: “Hubo una vez en el espacio una línea horizontal infinita. Por ella se paseaba una circunferencia de derecha a izquierda…”. Las 148 obras seleccionadas por las curadoras cuelgan en el aire siguiendo una trayectoria de curvas y contracurvas. “[…] tan pronto la veía de frente como de perfil. Pero todo esto no era brusco, sus movimientos eran reposados. Cuando quedaba de perfil se detenía unos instantes y yo no veía más que una perpendicular. Después comenzaba a ver dos líneas convexas juntas en los extremos y cada vez estas dos líneas eran más curvas…”.

Nos deslizamos con la blandura del círculo. En el principio todo es oscuro, latente. Carbonillas empastadas. Primero, el dramatismo de la obra de Käthe Kollwitz, la artista del expresionismo alemán que retrata el dolor de la mujer. Después, Rosemarie Trockel y un gouache de oscuro sobre oscuro, un memento mori. A continuación, una obra de Lucien Freud presenta a una mujer ensimismada, versión contemporánea de la melancolía. Dos cabezas de niña de perfil, por la artista alemana Paula Modersohn-Becker, miran hacia delante; el papel de soporte es claro, la línea se independiza del fondo. Pero aún estamos en un estadio germinal de mancha y materia. Artistas africanos como David Koloane sirven de contrapunto para las obras postmodernas alemanas: Georg Baselitz y un amasijo de trazos negros que quieren ser paisaje, retrato. La carbonilla de Georg Baselitz y un intento de forma humana, invertida. Composición angosta, angustiosa…canal de parto. ¿Un nacimiento? Cabe preguntar: ¿de qué ? ¿de quién? La obra del expresionista alemán Max Uhling parece hacerse estas preguntas. Es una cabeza de mirada perdida, absorta, que recuerda a Giacometti por su soledad existencial. Autoconsciencia de la línea: “…se detuvo más tiempo que de costumbre: quedó parada con el perfil hacia mí y el frente hacia la línea infinita”.

Dos tintas de la artista afroamericana Kara Walker toman prestada la iconografía de los cuentos de hadas para denunciar la violencia de género y la marginación. La línea se torna protesta.

Seguimos. Entre lo mejor de la muestra, los enormes pequeños dibujos de Joseph Beuys. La línea esencial de Beuys dibuja formas esqueléticas, despojos humanos. El papel apergaminado es fragmentado, todo es vestigio. Sus dibujos son de una humanidad punzante.

La línea se recupera en los dibujos ligeros de Marina de Caro, artista argentina, y uno de ellos es particularmente significativo: la línea teje curvas en torno a una figurita femenina, la envuelve hasta dejarla preñada. El amor o la circunferencia.

El políptico de Louise Bourgeois: veinte  posibilidades de acercamiento en veinte témperas; manos que se buscan, que se tocan, que se alcanzan, y una leyenda: “10 am when you come to me”. La línea es encuentro con otro.

Curva y contracurva, seguimos el recorrido. El lenguaje se depura y la línea se hace geometría: Roberto Aizenberg, Josef Albers, Piet Mondrian, distintas versiones del cuadrado, distintas aproximaciones a la pureza.

La línea ahora se organiza en palabras: es concepto , caligrafía, poema en las obras del uruguayo Alejandro Cesarco, del napolitano Ben Vautier y de la alemana Hanne Darboven.

“… pero el ritmo de la circunferencia fue distinto al de antes: no era indiferente ni tan lento. Poco a poco tomaba la forma de una elipse y su ritmo era de una gracia ondulada”.

Y la línea abandonó la palabra y buscó la música. El nexo es la sutil obra del colombiano Bernardo Ortiz sobre un papel pentagramado vacío de notas. En un papelito  prácticamente despegado se lee “Schubert Impromptu #41”  y enseguida un “Boogie-Woogie” de Mondrian, serie en la que el genial holandés compone con ritmos de color. Pero el color es luz y desborda la línea. Explota en nueve óleos vibrantes de Katharina Grosse y en tres de Gerard Richter, donde al color se suma la textura del empaste en una forma orquestal. ¿Qué podría cerrar mejor este círculo de sonoridades que una obra en lápiz y aguada de John Cage, el maestro de los silencios?

Nuestra próxima escala está signada por el tono irreverente de obras en las que el humor y la ironía irrumpen con intervenciones lineales sobre iconografías clásicas, reproducciones de antiguos maestros transgredidas por los esgrafiados y garabatos de la brasileña Laura Lima.

Ahora la línea es forma sólo para deformarse en los esperpentos del polaco Jakub Julian Ziólkowski, imágenes de una visión alterada, retratos hinchados de fiebre.

En las obras siguientes, la deformación se estiliza y es “nueva figuración”. Línea de suprema elegancia que dibuja lo obsceno, un desnudo neo-figurativo de Ernesto Deira.

Es el trayecto final: las obras del checo Jirí Kolar, cinco reproducciones de retratos clásicos fragmentados y vueltos a reunir dan por resultado el rostro desencajado de la antigua belleza. No hay belleza pura después de Hiroshima para este artista checo nacido en 1914.

Una obra del brasileño Vik Muñiz recrea una cárcel de Piranesi y hace de ella un universo de interioridad asfixiante. Las obras que la suceden cambian el punto de vista. La línea construye ahora múltiples orbes exteriores al observador; vemos esferas como mundos interviniendo  una fotografía de un paisaje rocoso. Microcosmos y macrocosmos armonizados en el dibujo del mexicano Erik Beltrán, que dialoga con las caligrafías concéntricas de León Ferrari.

En la obra de Martha Minujin la línea se hace política; es una obra de 1982, el proyecto para una instalación. A modo de res colgando de un gancho de carnicero, una gran silueta de la que salen pequeñas siluetas humanas en cadena de producción industrial. La obra lleva por título “Margaret Thatcher de Corned beef”.

Un respiro, otra curva, la blancura del espacio, y una serie de tintas sobre manchas de cera nos devuelve a la ligereza de la búsqueda poética. Son obras de Eva Hesse, artista nacida en Alemania en el año del fin de la guerra y residente en los Estados Unidos. Su obra conversa en el silencio de los espacios blancos con los últimos papeles de la muestra, todos de artistas argentinos: Guillermo Kuitca , León Ferari y Marina de Caro.

Salida. Todavía Felisberto: “…y así pasaron todo el tiempo de sus vidas jóvenes. Cuando fueron viejos, no les importó más la forma, y la elipse se volvió una circunferencia encerrada en un triángulo. Marcharon cada vez más lentamente hasta que se detuvieron. Cuando murieron, el triángulo desunió sus lados, la circunferencia se abrió, y así lentamente se llenó el espacio de líneas infinitas…”.

La autora es artista plástica.

1 Readers Commented

Join discussion
  1. lucas varela on 14 octubre, 2014

    «…lentamente se llenó el espacio de líneas infinitas..», y cierro los ojos, queriendo alargar su recorrido un poco más. En silencio agradecido, María Noël.

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?