
La tapa compartida (miércoles 19 de marzo) de todos los diarios por iniciativa de ADEPA es, en verdad, una noticia de tapa. ¿Será también un presagio de esa unión que hace tantos decenios le deseamos al país, o al menos del inicio de ella?
Éste no es el único signo de lo que está emergiendo abruptamente, impulsado por el magma del coronavirus. Hay muchos otros. Como que el país se está poniendo detrás de algo.
Esperanzador el gesto del gobierno hacia la oposición, a quien se le anticipó la cuarentena a nivel nacional para darle chance de mostrar su apoyo por anticipado.
Maravilla ver el esfuerzo y la dedicación puestos por todos quienes componen el sistema de salud público y privado. Merecidos los aplausos de las 21 horas. Emocionante sumarse.
Admirables las múltiples cadenas de oración, las indicaciones del Episcopado, las medidas tomadas por empresas grandes y pequeñas así como las notas de prevención de consorcios, grupos de vecinos y organizaciones barriales. La oportunidad de insistir en terreno hoy más fértil para que en ámbitos específicos como villas y barrios carenciados se otorguen los debidos apoyos permanentes a la educación, la infraestructura (agua y cloacas) y la propia salud.
Enaltece el compromiso de las tan vilipendiadas Fuerzas Armadas, al servicio de la causa y con aportes tan necesarios fuera de las cuestiones propias como las mascarillas y sábanas quirúrgicas de la sastrería militar o los hospitales de emergencia.
Los comercios que dejan las puertas abiertas para minimizar los contactos de manos o ponen sus números de atención afuera para evitar aglomeraciones.
También quienes en el borde del temor y la paranoia denunciaron a irresponsables paseantes y viajeros que no respetaban su debida cuarentena.
Estos son sólo algunos ejemplos puntuales que seguramente pueden ser ampliados con las experiencias vividas por el lector durante estos inesperados días que nos suceden.
En fin, un fenómeno y una movilización semblanza de aquella de las Malvinas. Esa gesta a la que siguió 1983, el llamado “año de la democracia”.
Da la impresión de que una Argentina detenida ahora se moviliza, no en términos de PBI (con todo lo que conlleva) sino en materia de respeto y consideración al otro, de solidaridad en definitiva. Y sobre todo desideologizada.
¿Sabremos aprovecharla?