¿Por qué se dice que Don Quijote de la Mancha es la primera novela moderna? Interrogante planteado al final de la lectura de la primera parte, lectura maravillosa que enriqueció y puso entre paréntesis el endemoniado encierro por la pandemia.

Aseguran que Don Quijote de la Mancha es la primera novela moderna muchas voces respetables del mundo de la literatura. Desde este punto de vista, no parece que sea discutible la opinión de un Harold Bloom o de tantos otros que tienen estudiada la novela vastamente y, por su erudición, pueden hacer ponderaciones con mucho de lo escrito antes y después de que se publicara.

Los señores que le dan esta categoría sustentan su tesis tomando la obra como una novela terminada en 1615. Suman lo que Cervantes escribe diez años después de haber saboreado el éxito de su primera parte, posterior a la publicación de una novela apócrifa, en el apogeo del Siglo de Oro, flanqueado por poetas y dramaturgos admirados por él mismo, pero convencido de que ninguno había escrito novela como él.

En este sentido, y visto que la pandemia vino para quedarse, hubo tiempo suficiente para completar la lectura de la segunda parte.

Empecemos por las siguientes reflexiones:

Moderna, en primer lugar, puede considerarse en relación con el período histórico en el que fue escrita. El mundo había cambiado. Ya la monarquía española se había adjudicado el mérito de descubrir América, ya se había publicado la Gramática de Nebrija, ya habían regresado de Italia poetas relevantes y traído nuevos aires; en pocos años instalarían para siempre en las letras castellanas el estilo barroco con la contemporaneidad increíble, en número y en talento, de hombres que inspirarían el nombre de Siglo de Oro Español. Ya Martín Lutero había debilitado con la Reforma el poder de la Iglesia católica, pero varias décadas después, todavía en pleno siglo XVI, tras luchas devastadoras, tras el Concilio de Trento, se instauraría la Contra Reforma. En ese entorno  Cervantes había nacido, había luchado en la Batalla Naval de Lepanto, la última batalla a la antigua sobre la que da gusto leer y enterarse de la cantidad enorme de embarcaciones y hombres en la contienda, participación que lo había llenado de orgullo y luego plasmó, con apasionados detalles, en ese relato épico que es su Cautivo.

La estructura de la primera parte de la novela es bastante clásica todavía. Los 26 capítulos que narran las dos primeras salidas del hidalgo hasta la auto penitencia en Sierra Morena, a donde van a buscarlo el cura, el barbero y Dorotea guiados por Sancho, así como el regreso, en igual número de capítulos hasta el final en el 52, podría referenciarnos al modelo indiscutido de novela de travesía, a la Odisea como antecedente clásico. Cervantes cita infinidad de autores clásicos y contemporáneos, así como acude a géneros diversos en estilo y épocas, a muchos con admiración y a otros con severidad crítica o satírica, como es el caso de las novelas de caballería. Cervantes cierra su novela con cierta ambivalencia; es un final, pero nos anuncia una tercera salida. Las intervenciones puramente didácticas o ensayísticas, que no son pocas en la primera parte, serían una falta grave, inconcebibles, prohibidas, en una novela de hoy. Sin embargo, la temática y ciertos recursos puestos en juego, como la pluralidad de narradores para mencionar uno, justifican la categoría de novela moderna. Sigamos viendo.

La magnífica invención de sus dos personajes tan originales, que se diferencian y se completan a la vez: don Quijote, hidalgo ilustrado, fanático lector de novelas de caballería que idealiza un mundo inexistente y se enviste caballero para enderezar tuertos y defender la integridad de damas hermosas sin importar que lo muelan a palos, que lo humillen y lo vean como a un loco; y Sancho, el labriego realista, el práctico, el analfabeto, el gobernador de ínsulas. Iguales los dos en cuanto a la lealtad, al compromiso, a su humanidad. La intercalación de historias cortas que recrean géneros literarios distintos; los personajes secundarios a los que les da voz, mientras pone a dormir a sus personajes centrales; la manera curiosa en que incluye el relato del Cautivo que sabemos tiene base autobiográfica, es decir, que el autor se auto incluye en la narración. Todas esas libertades que se toma Cervantes, son indicios de novela moderna.

Pero hay más. Este canto a la amistad es un ejemplo de novela de iniciación. La relación de Quijote y Sancho se va modificando con el desarrollo de los personajes desde el principio de su derrotero. La evolución del escudero nos divierte y enternece en ese camino que lo quijotiza por admiración a su amo, por amor y deseo de cuidarlo cuando en el inicio había sido curiosidad e interés económico. Si acordamos que el concepto de moderno en literatura se refiere al proceso de cambio y evolución que el autor logra en su personaje, este cambio de la personalidad de Sancho vale como ejemplo.

Claro que no sólo Sancho se transforma, la novela toda evoluciona. La segunda parte impacta con el juego de realidad fantasía que no tiene necesidad de sustentarse en el delirio, sino que hace cómplice al lector de una realidad virtual. Don Quijote deviene en una complejidad que lo hace decir frases sorprendentes y de particular actualidad. Para ejemplo tomemos una que, dada la situación de pandemia que atravesamos, conserva en su vigencia la vastedad de esperanza que sostiene nuestro querido personaje. En el capítulo LXVI, don Quijote se dispone a cumplir la palabra dada de volver a su casa y guardarse por un año en función de su salud. Lo dice así: “Camina, pues, amigo Sancho, y vamos a tener en nuestra tierra el año del noviciado, con cuyo encerramiento cobraremos virtud…”. El confinamiento que nos correspondió cumplir durante el 2020 y que aún no termina, puso a prueba a la humanidad en su capacidad de conseguir resultados para dominar una enfermedad nueva y, aún en otros aspectos, de solidaridad, por ejemplo, tal vez también, cobraremos virtud. 

Finalmente, es moderno el hecho de haber sido modelo e inspiración para la mayoría de los grandes novelistas que, después de haberla leído, no pudieron escapar a ella como referente, no sólo a sus recursos técnicos, sino a la naturaleza de lo tratado, al homenaje a la narración oral, al elogio de la lectura. Al paseo barroco por escenas del entorno social, unas veces cómicas, otras enternecedoras, que van de lo grotesco a lo sublime, pintura atravesada por un cambio de épocas, escenario de la madeja psicológica de sus personajes, así como a la emoción de la puesta en juego de un vínculo entre dos hombres diferentes que se dieron lo suficiente como para que luego de su travesía, tanto uno como el otro, ya no fueran los mismos.

Rosa Rubolino es psicóloga y escritora

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