Los libros suelen mostrar su importancia y necesidad por lo que reflejan , implican y sugieren. La obra que presentamos es un “acontecimiento” para la teología en la Argentina en cada uno de estos órdenes. Es, ante todo, un libro que refleja un acontecimiento: los 50 años de vida sacerdotal y los 40 años de dedicación a la Facultad de teología de la UCA de Lucio Gera; para muchos, el teólogo argentino más relevante y original de la segunda mitad del siglo XX. El libro es también un acontecimiento porque implica un momento de autoconciencia para la teología argentina. Gracias a este esfuerzo de memoria y sistematización podemos tener, por primera vez, un cuadro de conjunto de la vida y la “figura teológica” de Gera y un esbozo del itinerario teológico argentino post-conciliar. Finalmente, la obra es un acontecimiento por lo que sugiere. Su título “presente y futuro de la teología en Argentina” nos remite a dos procesos altamente significativos: el crecimiento y germinal protagonismo de una nueva generación de teólogos argentinos y el florecimiento de estudios sobre el país desde las más variadas disciplinas y enfoques (ciencias sociales, periodismo, historia, etc.). Muchos signos parecen sugerir que nos acercamos a un nuevo momento de autoconciencia nacional, al que la teología, siguiendo las huellas de Gera, habrá de dar su contribución: ¿qué puede significar en el hoy de la Iglesia y del país hacer teología? ¿Cómo desarrollar el servicio teológico en un escenario de globalización y crisis de las identidades?…

 

La primera parte: “El aporte de Lucio Gera a la Iglesia y a la teología” es un acercamiento multiforme al autor como sacerdote y teólogo, y al influjo de su pensamiento. Se inicia con los testimonios de A. Quarracino, O. Rodríguez Madariaga (CELAM) y D. Basso (UCA). Luego, G. Rodríguez Melgarejo ensaya una biografía. Eduardo Pironio en “Semblanza sacerdotal” (convertida ahora en una suerte de “testamento”), destaca su amor al sacerdocio, su espíritu contemplativo y la pasión por la Iglesia; eligiendo para Lucio la categoría de amigo: suyo, de Dios y del pueblo. C. Giaquinta presenta una vibrante versión de la intimidad del estilo teológico geriano. O. Santagada relee el editorial de Gera al primer número de la revista Teología. C. Galli, en un artículo medular, propone una “aproximación al pensar teológico de Lucio Gera”. Busca las raíces vitales de su pensamiento y perfila los rasgos centrales de su “forma de pensar, decir y escribir” (pensar integrador-católico, racionalidad sapiencial-científica, interacción permanente entre teología, espiritualidad y pastoral). Propone hablar de “sabiduría del amor crucificado” para resumir su forma mentis. G. Farrell presenta, en el marco de una sugestiva panorámica de la historia de la Iglesia en la Argentina, la contribución de Gera a la preparación y recepción del Vaticano II en nuestro país. J.C. Scannone, en otro artículo central, estudia el aporte de Lucio como fundador de la “escuela argentina” de teología en perspectiva latinoamericana; desplegando sus rasgos propios y la vigencia del planteo. El teólogo chileno J. Alliende diseña una cálida presentación desde la vertiente de su capacidad y disposición para los vínculos (vinculado-vinculante) y desde la centralidad que ocupa el “barrio” en la configuración de su persona y pensamiento (lo llama “barriero”). C. Avenatti de Palumbo, desde el campo de la Letras, estudia su aporte a la reflexión sobre el lenguaje a partir del binomio palabra-reconciliación. Sigue una original meditación de V. Azcuy, en la que se pone en relación el aniversario sacerdotal de Gera con el aniversario de la “entrada en la vida” de Teresa de Lisieux. Cierra esta parte, una ponencia colectiva de la cátedra de Historia de la Iglesia, en la que se muestra el aporte de nuestro teólogo a la conciencia histórica en la teología y a la conciencia teológica en la historia de la Iglesia (Incluye bibliografía sobre la historia de la Iglesia argentina).

 

La segunda parte del libro “Perspectivas teológicas hacia el tercer milenio” recoge contribuciones de colegas y discípulos sobre un amplio abanico de temas “algunos muy cercanos al pensamiento de Gera, otros más remotos, pero nunca ajenos a sus inquietudes intelectuales, espirituales y pastorales” (p.20). La sola mención de los nombres puede dar una idea de la extensión y la relevancia: Mandrioni, Ferrara, Sudar, Hünermann, Boasso, Rivas, Marino, Briancesco, Zecca, Karlic, Cheuiche, Mejía, G. Gutiérrez, Scarponi, Ortega y Fernández. Cierra el volumen un muy importante “índice bibliográfico” (S. Courreges – C. Galli). Contiene la bibliografía de Gera, las tesis y disertaciones de las que fue director y un elenco de estudios que analizan su pensamiento y el de la “escuela argentina”. Sirva como última palabra un texto de Gera que bien puede ser programático para la teología argentina actual: “La Iglesia tiene en sí una nota de universalidad: puede nacer en Asia, en África, en Argentina, pero a la vez tiende a encarnarse en las formas de las nacionalidades particulares. En África esa fe universal tiene que hacerse africana; en Argentina esa fe universal tiene que hacerse argentina… La Iglesia aparece como una universalidad que hace pie en las particularidades y que, quedando universal y trascendente, se torna en cada caso cuerpo particular”.

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