La sorpresa. La diferencia de votos en los resultados de las elecciones a favor de Nicolás Maduro es de 1,5%. El pueblo venía dejando de apoyar la revolución bolivariana desde hace cierto tiempo, aún presente Hugo Chávez; y esa tendencia se manifestó claramente el pasado 14 de abril. Pero de todos modos el resultado ha sido la gran sorpresa. Nadie esperaba una diferencia tan ajustada, ni siquiera la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), aunque ahora sostenga que así lo mostraban sus proyecciones. Lo realmente importante del 1,5 % de diferencia es que el país, por si había alguna duda, está partido y polarizado más que nunca. Y en el fragor de la coyuntura, ni el gobierno ni la oposición quieren entender que es lo más grave. No es gobernable un país partido en dos mitades. Más aún, en dos mitades donde se ha acumulado todo tipo de resentimientos, descalificaciones y desconfianza. Sin duda, quienes menos lo quieren entender son los máximos dirigentes chavistas: el presidente electo Nicolás Maduro; el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello; el canciller Elías Jaua; la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia y el alto mando militar (no sabemos de los mandos intermedios, cosa peligrosa). Sus primeros discursos así lo demuestran. Y sus órdenes inmediatas lo corroboran. Usan el poder para hacerse sentir. Y en cuanto máximas autoridades que deben garantizar la seguridad de todos los ciudadanos, no se sienten responsables de las muertes que ya hubo en el país. Han interpretado la coyuntura en términos de forcejeo por el poder y no en términos políticos. El derrotero de esta pulseada puede desatar una violencia generalizada. Si en los días que corren no continúan los conflictos callejeros, la peor parte habrá pasado. Pero el mediano y el largo plazo lucen altamente complicados. El país que el Presidente electo no quiere ver no es sólo esa mitad que le es adversa y que se expresó en las urnas, sino el país que está paralizado, el que no funciona, el real.

Con respecto a la supuesta victoria numérica de Henrique Capriles, nunca la conoceremos (su consolidación como líder de la oposiciónes es su victoria política). La negativa desde el poder establecido a la solicitud del recuento de los votos ha sido rápida, cruda y sin ningún tipo de escrúpulos. Es el tejido en el que este poder se configura; no es sólo la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, a quien sin embargo no justifico. Las trampas e irregularidades son ciertas. Pero, aunque Capriles insista en introducir el recurso para que se proceda al recuento, Nicolás Maduro ha sido proclamado presidente por el Consejo Nacional Electoral y reconocido por varios países. Este Gobierno no permite el recuento de los votos porque lo considera una muestra de debilidad ante los propios aliados del poder (Maduro necesita demostrar que él es el nuevo líder) y ante los más rabiosos del chavismo, no sólo porque tema perder. Piensa que si acepta ir al recuento de los votos, sería reconocer poder al otro, a la oposición, cosa que lo presentaría más débil de lo que ya es. Maduro y la cúpula roja actúan en la lógica de quien asume el poder en circunstancias muy críticas y tienen que afirmarse a cualquier precio.

También hubo errores de parte del comando de campaña de Henrique Capriles. Antes de que se anunciaran oficialmente los resultados dejaron correr la voz de que habían ganado y que el Gobierno no lo iba reconocer. El efecto fue un aumento de tensión en los seguidores más proclives a la violencia. Todavía todo está contenido por los llamados a la calma desde ambos sectores. La expectativa sobre los pasos a seguir desde la oposición aumenta a medida que pasan los días. Capriles es ahora un líder que tiene la posibilidad de ir más allá de los suyos y convocar a todos los venezolanos. En estas circunstancias la legitimidad y la gobernabilidad democrática corren el peligro de tener un desenlace violento.

Debilidades

La política ha sido reductivamente electoralista, con una concepción del voto cargado de fuerte emotividad. Cuando no había “batallas” electorales, nos estábamos preparando, sin embargo, para la siguiente. La política reductivamente electoralista y el voto emocional se disuelven hasta que la próxima “batalla” electoral los vuelve a convertir en entusiasmo para retomar la pelea. Los actores políticos dan muestras de serias dificultades para avanzar hacia una mayor organicidad popular (el Gobierno se aleja y la oposición trata de acercarse de forma más contundente), para responder a los problemas que afectan a las grandes mayorías y tratar de resolver el conflicto que vivimos de la manera más razonable posible.

Otro punto débil es la falta de mediadores. Hemos llegado a las tres últimas elecciones  –las presidenciales del 7 de octubre de 2012, las de gobernadores del 16 de diciembre de 2012 y las recientes del 14 de abril– en climas de ascendente conflictividad, sin mediadores de prestancia que pudieran ser reconocidos por ambos sectores. Y esto es cada vez más importante porque las instituciones (la vía electoral y la vía constitucional) han perdido credibilidad. Se trata de uno de los efectos más perversos de la polarización que se ha vivido en Venezuela desde 1998.

Por último, Venezuela necesita una cura de realidad. La “política” de eliminación del contrario no tiene salida. Con dos mitades en pugna cualquier victoria es una enorme derrota. Y, en estos momentos menos que antes, no tiene sentido la pretensión de este Gobierno de acabar con la oposición que sale fortalecida del 14 de abril. Y no será fácil que los venezolanos nos pongamos de acuerdo sobre el país que queremos mientras no se salga al encuentro del país real. Unos quieren seguir en la «ilusión revolucionaria» y otros prefieren que la «pesadilla revolucionaria» termine para así regresar al pasado idealizado. A ambos, más tarde o más temprano, los espera la dura realidad.

Como cristianos creemos en la palabra para comunicarnos y razonar. La reconciliación debe ser nuestra determinación fundamental y deliberada. Ojalá nos escuchemos y reconozcamos.

El autor es sacerdote jesuita y director de la revista venezolana SIC.

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  1. CARLOS ESTRADA on 10 mayo, 2013

    NOTICIA ¿A ESTE EXTREMO HABRÍAN LLEGADO?

    desde Argentina transcribe textual C.Estrada (periodista)

    El informe corresponde a Antonio M. Delgado difundido esta semana en diario «Herald» de EE.UU.

    El general retirado Antonio Rivero le explicaba a un grupo de jóvenes manifestantes como protegerse de ser atacados por grupos de choque del chavismo, esos que andan armados, visten de rojo y se desplazan en enormes bandas de motocicletas para intimidar a la población.

    Rivero les decía a los jóvenes que debían mantenerse unidos, lo cual era importante porque los bandoleros del chavismo son propensos a hacer uso de la violencia, y en más de una ocasión han abierto fuego contra manifestantes de la oposición.

    También había que cuidarse de la Guardia Nacional y de la posibilidad que sus agentes utilizaran excesiva violencia.

    Las recomendaciones fueron capturadas en un video por el joven cineasta estadounidense Timothy Hallet Tracy, quien filmaba la manifestación contra el gobierno de Nicolás Maduró luego de que éste fuese declarado ganador de los comicios en una disputada decisión del Consejo Nacional Electoral, controlado por el chavismo.

    Ahora Rivero y Tracy están presos, ambos acusados de ser agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de formar parte de una conspiración internacional que apunta a la desestabilización de Venezuela con miras a “generar una guerra civil y justificar una intervención extranjera para acabar con la Revolución Bolivariana”, según un comunicado de la Agencia Venezolana de Noticias.

    Los arrestos forman parte de la ola represiva iniciada por el gobierno bolivariano de Maduro en momentos en que la oposición impugna las elecciones presidenciales del 14 de abril. Es una iniciativa que busca silenciar los gritos de fraude a través del miedo y la intimidación.

    Para los líderes de la oposición, la política de represión es orquestada directamente desde La Habana.

    “Rivero es un preso de los cubanos”, declaró Leopoldo López, coordinador nacional de Voluntad Popular, partido al que pertenece el general retirado.

    Dirigentes de la oposición atribuyen el encarcelamiento de Rivero, quien el martes cumplía siete días en huelga de hambre, a un intento del gobierno de Maduro por amordazar las quejas de la oposición con acusaciones que carecen de fundamento.

    El general se había presentado en la plaza donde los jóvenes estaban manifestando para evitar que éstos cometieran algún tipo de exceso durante la jornada.

    “La manifestación no tenía dirección. Era una cosa espontánea, nadie estaba allí dirigiendo. Rivero fue para allá, un poco para ver como podía ayudar a estas personas para que no cometieran delitos, o se excedieran. Y que si eran enfrentados por los grupos de choques del chavismo, o la Guardia Nacional, supieran que hacer ante el ataque”, comentó Alfredo Jimeno, responsable de Voluntad Popular Estado Miranda.

    Rivero fue detenido el 27 de abril por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), tras ser víctima de una emboscada orquestada por el propio Ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, quien es un antiguo compañero de promoción de Rivero.

    “Rivero era amigo personal y compañero de promoción de Rodríguez Torres, quien lo llama a una reunión, diciéndole que había una solicitud para que lo investigaran y que en vista de la cercanía que había entre ambos era conveniente de que se vieran para conversar informalmente sobre cual era su visión [la de Rivero] de los hechos”, relató Jimeno.

    “Rivero dijo que sí y acude a la cita que iba a ser realizada en la sede del SEBIN, y su sorpresa es que cuando llega allí no se encontraba el ministro, sino funcionarios que le esperaban para arrestarlo. El ministro ni siquiera se presentó para darle la cara”, agregó.

    Una fuente cercana a los dos militares dijo a El Nuevo Herald que el proceder de Rodríguez Torres, quien familiarmente llamaba a Rivero como “El Curita”, es visto dentro de sectores miliares como un “acto de traición, indigno de un oficial venezolano”.

    “Si Rodríguez Torres puede traicionar a ‘el curita’ de esta manera, puede traicionar a cualquiera”, dijo la fuente.

    El dirigente de Voluntad Popular en el municipio Libertador, Ismael León, esta semana hizo un llamamiento al Ministro del Interior para que deje de utilizar la justicia venezolana como arma política para centrarse a resolver la desbordada criminalidad que aflige al país petrolero.

    “Fíjese, ministro, lo que dice la gente en la calle: Las madres estamos enterrando a nuestros hijos (…) al mío lo mataron como un perro. Y vea los titulares: ‘Acribillaron a un niño y a su padre en El Valle’, ‘Motorizado da tiro en la boca a chama [muchacha]’. Mientras usted se dedicaba a emboscar a nuestro dirigente Antonio Rivero, murieron 498 personas y en los 3 días que van de mayo van 44 cadáveres”, expresó León.

    • Zarkov on 5 junio, 2013

      Vivo en Anaco, Estado Anzoategui una pequeña ciudad que antes era un pequeño pueblo. Vivo a pocos metros de la escuela «23 de Enero», en las últimas elecciones vi con horror cómo se paseaban grupos de motorizados en torno no solo a ese centro electoral, sino en torno a otros, no una vez sino varias a lo largo del día. Estos motorizados, organizados en bandas, están financiados y apoyados por el gobierno, portan armas, gritan insultos y amenazaron conque de no ganar Maduro «habría plomo». Varias veces hicieron acto de presencia, cosa imposible de ignorar dado que cuando 50 motos pasan delante de tu casa ya sabes qué está pasando, lo que me da rabia es cómo los oficiales de policía, ejército y guardia nacional no hacían absolutamente nada, todo lo contrario, yo vi con mis propios ojos cómo unos y otros se saludaban, hablaban y compartían comida y bebida en las tiendas montadas a tal efecto. Y por cierto ese mismo día se dieron varios casos en que se rechazó la entrada de distintas personas a los centros de votación porque vestían ropas o adornos que hacían referencia a Capriles.

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