Análisis crítico sobre la evolución edilicia y el patrimonio edificado de la ciudad de Buenos Aires, atendiendo a sus componentes urbanísticos y arquitectónicos.
Toda ciudad es una construcción histórico-social y su transformación está ligada a ese carácter esencial. Pretenderla inmutable sería, por lo tanto, una aberración. Siendo la ciudad, y más aún, la metrópoli, una estructura de enorme complejidad, toda aseveración generalizadora corre el riesgo de ser desmentida por circunstancias particulares.
Bajo ese supuesto, la ciudad reconoce dos modos generales de transformación, aunque éstos no se excluyen, sino que habitualmente la ciudad se transforma por la conjunción de ambos. El primero es el cambio por expansión en la ocupación del territorio. En esta alternativa, la ciudad anexiona nuevos sectores, podemos decir que por “inclusión”. Barcelona puede ejemplificar este modelo, donde coexisten, entre otros, el “barrio gótico”, el “ensanche” y la “villa olímpica”. El segundo cambio posible se da cuando un edificio o grupo de edificios es demolido y su porción del territorio urbano es ocupado por otro nuevo. Podemos calificar a esta modalidad como de “sustitución”. En mi opinión, Buenos Aires puede ejemplificar esta alternativa, ya que hemos arrasado con toda la arquitectura civil e institucional edificada hasta mediados del siglo XIX y con casi toda la correspondiente a la segunda mitad, y continuamos con perseverancia en ese camino.
Perder la posibilidad de vivenciar los modos de habitar de quienes nos precedieron es empobrecer y cercenar el imaginario colectivo.
Si, como parece ser, la calidad de una ciudad está vinculada al valor de su arquitectura, en esta sustitución de la que hablamos es importante comparar la calidad y no la cantidad entre edificio reemplazado y edificio reemplazante. En el caso de Buenos Aires, en un importante porcentaje, el balance es negativo, ya que tanto la calidad del diseño como la ejecución material resultan más bajos en los nuevos edificios que en los precedentes.
Si se comparan las imágenes urbanas de Buenos Aires en la década de 1960 con las de finales del siglo XX se verifica que antes poseía una identidad barrial dada por el predominio de tipologías edilicias dominantes para cada área, y que la variedad marcaba la diferencia en ese pasaje del centro al suburbio. En la segunda mitad del siglo pasado, una codificación sin intencionalidad urbana posibilitó la mezcla tipológica resultante de los reemplazos de edilicios, “heterogeneizando” todas las áreas, con la consecuente pérdida de identidad barrial.
Buenos Aires ya no cuenta con gran parte de su patrimonio edilicio y seguramente seguirá en ese camino, en parte por falta de sensibilidad. Así ha ocurrido con el edificio para Asilo de Huérfanos, edificado en 1871 para alojar a los huérfanos que dejó como saldo la pavorosa epidemia que asoló la ciudad en aquel tiempo. Poseía todos los méritos y condiciones para ser preservado, tanto por su origen como por su calidad edilicia, además de tratarse de una propiedad estatal. Y por otro lado, tampoco fue demolido para construir otro edificio en su reemplazo, sino que simplemente la falta de valoración y la desidia imperante arrastraron a su decadencia y posterior destrucción.
Para evitar las demoliciones indeseadas podría contribuir, en el ámbito profesional y legislativo de la Ciudad, la difusión y discusión en torno a la intervención contemporánea sobre edificios de interés patrimonial, que flexibilicen la refuncionalización, posibilitando su adecuación a usos diferentes a los originalmente destinados.
Sería ideal que la conservación del diezmado patrimonio urbano-edilicio de la Ciudad resultara del deseo y la iniciativa de la mayoría de sus habitantes y no de la obligación impuesta por una ley o una ordenanza. Para lograr este objetivo es necesario, por un lado, dar a conocer el patrimonio para que sea valorado y, por otro lado, adecuar las normativas vigentes hacia una dirección no regida por factores económicos sino por imágenes urbanas intencionadas, capaces de conciliar lo existente con lo nuevo, así como también concretar las compensaciones económicas a que pudiera dar lugar la desigualdad surgida de la obligación de preservar el bien.
En función de lo ya dicho, es necesario y urgente perseverar en el camino trazado por la normativa vigente respecto de las llamadas Áreas de Preservación Histórica y los “Fragmentos”: no se trata de preservar un edificio aislado de su contexto sino de salvaguardar áreas en las que es el conjunto el que cobra valor, más por su carácter de tal que por la excelsitud de la pieza edilicia aislada. Frecuentemente la demolición de un solo edificio y su reemplazo por otro “fuera de contexto” en un conjunto arrastra la pérdida de valor de toda el área.
El autor es arquitecto, profesor de Posgrado en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA e integrante de la Subcomisión de Patrimonio de la Sociedad Central de Arquitectos. Publicó recientemente el libro Buenos Aires demolida.
2 Readers Commented
Join discussionPreservar el patrimonio, reclamo fundamentado con claridad por Bonifacio, constituye una de las grandes deudas de la cultura argentina , que hace nada menos que a la definición de nuestra identidad.
Cuando el miedo a proclamar nuestras propias cualidades conlleva a un encogimiento cultural, que consiste en asumir, a despecho de las mejores tradiciones de una América joven, cualquier cosa que impone la posmodernidad globalizado….., Nueva York, Shangai….los Emiratos Arabes….escapando el riesgo de » provincialismo».
. Modernidad globalizado que difícilmente soporte el paso del tiempo y pueda ser pagina trascendente de nuestra historia urbana .
Generamos así una ciudad aburrida, ejemplo tipico de mercantilismo,repetitiva del modelo único, reemplazo de la ciudad de siglo XIX y XX , con toda su riqueza demolida, despreciando los mejores modelos de ciudad respetuosa del patrimonio urbano y del papel fundamental del hombre y de au historia….Praga….Paris, Bogotá….Amsterdam…..
En síntesis que el problema es fundamentalmente cultural y debe intersar a todos si realmente nos interesa definir nuestra autentica identidad social.
qusiera suscribirne a uds.