Del 23 al 27 de noviembre de este año tendrá lugar en las ciudades de Buenos Aires y Córdoba un nuevo encuentro del Atrio de los Gentiles, con la presencia, entre otros, del cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, gracias a la coordinación del Foro Ecuménico Social y de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges.

El antiguo (segundo) Templo de Jerusalén, construido después del exilio y del que hoy sólo queda el emblemático Muro de las Lamentaciones, además de las áreas reservadas para los pertenecientes al pueblo de Israel, poseía un lugar (una suerte de patio) en el que también se daban cita los gentiles (en otras palabras: los no judíos, que hoy definiríamos como creyentes de otras religiones o agnósticos). Los maestros de la Ley hebrea estaban allí en diálogo con ellos y atendían las preguntas acerca de Dios, dispuestos a responder con respeto y erudición. Lo que en latín se denomina atrium gentium era un espacio abierto a todos los que estaban en búsqueda, sin distinción de cultura, idioma o pertenencia religiosa. Era un lugar de encuentro y diversidad.

En la actualidad, y en este contexto, el antiguo término de “gentiles” o de “paganos” (goi/goyim, para la Biblia hebrea; etnos/ente, para el griego del Nuevo Testamento) querría delinear una historia de alianza con Dios para los que parecerían estar excluidos de ella: los que van tras el Dios desconocido.

Jerusalén es hoy ciudad emblemática para las tres grandes religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Resulta natural que muchos se inspiren en su larga y rica historia.

Lo que propone la Iglesia católica, a partir de una iniciativa del anterior pontífice, Benedicto XVI, es un diálogo sobre el misterio de la fe. Si bien este surge en el ámbito de la que dio en llamarse “la nueva evangelización”, en un discurso en Navidad de 2009, Joseph Ratzinger, entre otros conceptos, quiso explicar mejor para darse a entender: “Considero importante sobre todo el hecho de que las personas que se consideran agnósticas o ateas, estén cerca de nuestro corazón como creyentes. Cuando hablamos de la nueva evangelización, estas personas quizá se asustan. No quieren verse como objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios se mantiene aún presente en estas personas, aunque no pueden creer en concreto que Dios se ocupa de nosotros. En París (se refería al primer encuentro de este tipo, realizado en la capital francesa a fines de marzo de 2011, en el atrio de la catedral de Notre-Dame) hablé de la búsqueda de Dios como motivo fundamental por el cual nació el monacato occidental y, con él, la cultura occidental. Como primer paso de la evangelización debemos procurar mantener viva esta búsqueda; debemos preocuparnos de que el hombre no descarte la cuestión sobre Dios como una cuestión esencial de su existencia… Me vienen al pensamiento las palabras del profeta Isaías citadas por Jesús: que el templo tendría que ser una casa de oración para todos los pueblos. Él pensaba en el denominado Atrio de los gentiles, que dejó libre de negocios ajenos para que el lugar quedara disponible para los gentiles que querían orar allí al único Dios, aunque no podían participar en el misterio al servicio del cual estaba dedicado el interior del templo. Lugar de oración para todos los pueblos: de este modo se pensaba en personas que conocen a Dios, por decirlo de alguna manera, sólo de lejos; que no están satisfechas con sus dioses, ritos y mitos; que anhelan el Puro, el Grande, aunque Dios sea para ellas un ‘Dios desconocido’. Creo que también hoy la Iglesia debería abrir una especie de Atrio de los gentiles donde los hombres puedan entrar en contacto de alguna manera con Dios sin conocerlo y antes de que hayan encontrado el acceso a su misterio, al servicio del cual está la Iglesia”.

Tiempo después, con ocasión de celebrarse el Atrio de los gentiles en Barcelona, su arzobispo, el cardenal Lluis Martínez Sistach, lo definía como un instrumento muy adecuado para el diálogo con los no creyentes, un puente de apertura y de encuentro entre todos los que aceptan el diálogo y pueden llegar a ser miembros efectivos de este grupo de búsqueda. Y porque, como señalaba el teólogo argentino Fernando Ortega: “ese diálogo con el mundo es una de las dimensiones esenciales de la nueva evangelización”.

Pero ¿por qué tanto el cardenal Ravasi como el mismo Francisco pensaron en la figura de Borges como eje del Atrio de los gentiles a celebrarse en Buenos Aires? Porque además de admirar ambos su extraordinaria obra literaria y de reflexión, encuentran en la prosa y en la poesía del gran escritor rioplatense un privilegiado espacio de diálogo y de posible encuentro entre quienes son creyentes y quienes son agnósticos. Borges, que se consideraba agnóstico (o sea, sin respuestas definitivas ante la pregunta sobre Dios), conocía muy bien y se sentía seducido por la Biblia, que leyó desde chico gracias a su abuela inglesa y protestante, que la sabía casi de memoria. Respetaba con emoción, sin comprender demasiado, las razones de la fe católica de su madre. Amaba la sabiduría judía, se sentía atraído por las tradiciones musulmanas, incluso le dedicó un ensayo al budismo.

Por otra parte, Borges es un representante universalmente reconocido de nuestro país y sus mejores hábitos, a los que supo sumar la infrecuente vocación de una gran apertura a todas las culturas, incluso las más lejanas a nosotros. Se lo podría definir con justicia como un verdadero humanista de amplios conocimientos y agudas intuiciones. Un poeta que encontraba en Virgilio y en Dante Alighieri perennes motivos de sorpresa y felicidad.

El Foro Ecuménico Social, que preside el sacerdote Francesco Ballarini y coordina Fernando Flores, y la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, que preside María Kodama, fueron invitados por el cardenal Ravasi y por el Santo Padre para que le dieran vida, junto con el Consejo Pontificio para la Cultura, a este acontecimiento en nuestro país. La idea consensuada es que participen personalidades y ámbitos públicos muy diferentes, a partir de tres ejes centrales: Borges, trascendencia, religiosidad y agnosticismo; debates sobre responsabilidad social y ciudadana; actividades de música, danza, teatro, cine y plástica.

Ya han ofrecido colaboración docentes e investigadores de la Universidad de Buenos Aires, de la UCA, de la Católica de Córdoba, de la de Salamanca, de la de Bolonia, de la Complutense de Madrid, de la de Valencia. Además serán invitados especialistas del país y del extranjero, y participarán diferentes organizaciones de la sociedad civil y del ámbito académico. Los encuentros tendrán sede en varios y muy diversos lugares, para dar testimonio de la apertura al diálogo también desde las salas culturales y las casas de estudio. Se prevén encuentros de diferente magnitud y temática. Participarán universidades públicas y privadas, instituciones confesionales y no confesionales. La iniciativa pretende contemplar diferentes públicos y aportar a la construcción solidaria e inclusiva de nuestra sociedad, con clara apertura al mundo contemporáneo en sus diferentes manifestaciones.

La magnífica (y que querríamos profética) página del último libro de Borges, Los conjurados, que describe el milagro de la decisión de los fundadores de la Confederación  Helvética (el país donde está la ciudad de Ginebra, una de sus patrias) constituye una suerte de manifiesto para este encuentro que ambiciona aunar inquietudes artísticas y culturales con el quehacer de la construcción ciudadana.

1 Readers Commented

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  1. francisco on 21 noviembre, 2014

    He visto en diversos medios la programacion solo de Buenos Aires (aun en instituciones nacionales) es una lastima … como la fecha, que en realidad en Cordoba es el 28 de noviembre y aparece en la nota solo hasta el 27, es decir Bs As …

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