Transcribimos parte de la primera Conferencia del Ciclo  2014 “Diálogos para la transición”, organizado por la revista Criterio y la Fundación Konrad Adenauer. Participaron Natalio Botana, Profesor Emérito en la Universidad Torcuato Di Tella, politólogo e historiador; y Carlos Pagni, historiador, periodista político, columnista del diario La Nación. Moderó el diálogo, que tuvo lugar en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires, José María Poirier, director de la revista.

José María Poirier: Tomamos a la transición como eje del Ciclo de Conferencias porque somos conscientes de que muchas heridas siguen abiertas en la sociedad. Y este capítulo tiene que ver con el ámbito político, ¿cómo construir la transición?

Natalio Botana: Yo diría que estamos envueltos en tres transiciones. La primera tiene que ver con que la Argentina ha perdido el apetito cosmopolita que le dieron los grandes liberales y republicanos del siglo XIX. Hoy es un país vuelto sobre sí mismo, y a veces no nos damos cuenta de que en el mundo hay una transición monumental, un cambio de época: por primera vez en siglos el mundo gira de Occidente hacia Oriente. La noticia más importante de este año es que China es la primera potencia económica de este mundo multipolar, donde están cayendo los valores dominantes de Occidente en el plano político y económico (no puede decirse lo mismo desde lo cultural). La segunda transición es muy dolorosa, y tiene que ver con una declinación de la Argentina que ya lleva 40 años, y creo que tampoco tenemos consciencia de esto. La declinación es siempre un concepto relativo: declinamos porque a otros les va mejor. El drama de la declinación argentina comienza en los ’70 y si se comparan los grandes números económico-sociales de entonces con los actuales, el panorama es desolador. Hoy vivimos con 30% de marginales y excluidos: una novedad rotunda con todo lo que significa de degradación y de aumento de la inseguridad. Y para los que somos viejos demócratas, es más doloroso todavía, porque se está produciendo en democracia. Todos hemos sido criados en el mito de que la Argentina es un país de clase media. Y cuando Presbisch realizó para la CEPAL el primer estudio en 1948, los primeros lugares en América latina eran de la Argentina y Uruguay, que tenían 50% o más de la población en la clase media, con niveles de pobreza mucho más bajos que los actuales. Por el contrario, en los últimos estudios, nuestra clase media se ha achicado hasta el punto de que lideran Uruguay y Costa Rica, los segundos lugares están en manos de Brasil y México y recién en el tercero la Argentina, junto con Ecuador. Nuestra clase media es hoy menos del 40% de la población. Si no ubicamos la tercera transición, que es la que tendremos hasta el 2015, en la del cambio de época y en la histórica de la declinación argentina, el panorama se complica mucho. El próximo gobierno debe retomar los asuntos pendientes y, como diría Isaías Berlin, “retomar las cosas con apetito de porvenir”, con el contexto institucional menos favorable, porque está todo armado para una vigorosa democracia electoral y una escuálida democracia institucional. Por eso no hablamos de otra cosa que de elecciones cuando nos queda un año y medio de gobierno cuyas perspectivas, en el mejor de los casos, es un contexto con estanflación del 40%, con 0 o 1% de crecimiento. Esta tercera transición apela a un porvenir de largo plazo. Y ya que nos convoca también la Fundación Adenauer, recuerdo una frase suya, de los últimos años, cuando le dijo a un colaborador: “Toda mi vida me he preocupado por los problemas de pasado mañana”. En definitiva, lo que Adenauer estaba afirmando es que había que pensar la política desde el largo plazo, y vaya si acertó, porque la genialidad de esa generación fue, después de las atroces guerras mundiales, pensar una integración europea de largo plazo. Este es el problema fundamental que se nos plantea en esta tercera transición: en qué medida podemos levantar cabeza, ponernos de pie y ver con apetito de futuro el largo plazo que se abre para nuestro país.

Poirier: Dado que en esta transición deberíamos reconstruir muchas cosas, ¿se podrían identificar algunos liderazgos para el futuro?

Carlos Pagni: Hoy en la Argentina hay que mirar tres temas que están, en su jerarquización, en el orden inverso respecto de los temas que estamos acostumbrados a tratar en la agenda cotidiana de la política y del periodismo. El primero, que está ligado a la tercera transición de la que hablaba recién Botana, es el formato de la política, es decir, el diseño de la política en sentido amplio. Hemos perdido de manera alarmante el equilibrio de poder. En 2001 se inició una crisis política que va a adquiriendo rasgos de cronicidad cuyo término no conocemos. Y lo hemos resuelto como tantas veces: con una gran delegación de poder caudillesco. Otra vez esa forma de organización fracasó y nos encontramos con las miserias de nuestro sistema político, sobre los escombros de 2001. En la última elección presidencial hubo 30 puntos de diferencia entre el primero y el segundo candidato, y si miramos la historia reciente de América latina basta tener en cuenta esas diferencias para determinar con bastante proximidad cómo funciona cada país y cada sociedad. No es casualidad que todos los países que reclaman por su libertad de prensa a la SIP son aquellos donde en la última elección hubo una brecha de ese nivel; porque allí nacen los cacerolazos y florecen los proyectos mesiánicos. El segundo problema tiene que ver con la agenda argentina, que se atrasa espantosamente: nos hemos pasado diez años discutiendo en un geriátrico, con la política vuelta hacia antes de ayer cuando su obligación es observar hacia adelante (hacia atrás debe mirar la justicia). Eso impone mirar desde una perspectiva general el proceso histórico, la inserción de la Argentina en el mundo, etcétera. Cuando se estudia la tradición republicana aparece el proceso glorioso que se dio en esa burbuja de éxito de 1853 a 1930, y en su origen hubo un grupo de gente que diagnosticó con acierto lo que pasaba en el mundo. La tercera cuestión, a mi juicio anecdótica frente a las dos anteriores, es el tema de los candidatos. Lo que necesitamos es un tipo de liderazgo que registre los otros dos problemas y que en vez de aumentar la declinación tenga la capacidad de construir un instrumento político, una agenda, una convocatoria de desafíos y de valores, que nos saquen de este círculo. Por otro lado, creo que los actores de esta transición son los que están a la vista, pero no se atiende a que en este proceso político crece un actor no personal, las organizaciones territoriales de la política, que le van a introducir a la disputa entre personas su arbitraje. Creo que la formación de UNEN subliminalmente nos hizo empezar a mirar ese sujeto difuso que viene ganando elecciones en distintas provincias y que puede funcionar distorsionando lo que es la pelea entre tres personas. Eso a su vez nos saca de la idea de que la próxima elección tendría que ser una interna peronista.

Botana: Existe un problema muy complicado, que tiene dos dimensiones. Una de ellas es la que acaba de señalar Pagni: las encuestas, que se inventaron en la década del ’40, han complicado extraordinariamente al mundo porque han llevado al hombre político a trabajar sobre la base de la demanda y no de la oferta. Quienes escribieron la Constitución de Bonn, hacia 1948-49, en una Alemania que fue una verdadera catástrofe estaban pensando en la oferta, en un conjunto de valores que se transmitían a la sociedad con la esperanza de que fueran asumidos como creencias compartidas; ese es el gran argumento de la legitimidad. Creo que vivimos en el mundo fantasmagórico de la imagen mediática, de las encuestas, y también de las que se pueden fabricar a través de las redes sociales. Un buen liderazgo tiene que tener conciencia, a diferencia de los liderazgos oportunistas, que hay que dar batallas para el pasado mañana. Se trata de un cambio de óptica profundo, porque el pasado mañana de la Argentina significa la emergencia de liderazgos instituyentes o con vocación institucional. La gran falla argentina no es la democracia electoral, que felizmente tenemos, pero si la democracia electoral no construye una democracia institucional, que sea la bisagra que nos abre a una democracia de ciudadanos, estamos mal. La democracia electoral sin democracia institucional se agota en el fracaso de las mayorías que se van creando. En 2011 el 54% votó a la Presidenta, y esos liderazgos, en ausencia de instituciones, se disuelven en el aire; por eso es necesario acordar un puñado de políticas de Estado. Los proyectos de los partidos hoy son enunciaciones de 12 o 14 políticas de Estado, y es imposible llegar a eso porque los tiempos políticos del diseño institucional que tiene la Argentina después de 1994 son para la política corta, y eso nos está consumiendo. Estamos entrando en el segundo semestre de 2014 y hablamos de las próximas elecciones para que después de tres elecciones de 2015 (las PASO, las definitivas y un posible ballotage) tengamos un Presidente que jure en diciembre. Ese equipo de gobierno va a tener un año sin elecciones, porque en 2016 volveremos a la rueda electoral. En ese tiempo muy corto hay que hacer de la necesidad virtud y extraer políticas de Estado. Creo que son tres las que habría que definir: una política macroeconómica (los uruguayos se dieron cuenta de esto y produjeron un cambio importante al no tocar la macroeconomía), un consenso en seguridad y otro en educación. Las exigencias son severas porque somos un país extenso, muy complejo en materia de fronteras, y una república representativa, republicana y federal, lo cual significa una organización muy compleja, difícil y desigual. Si se piensa que el congreso del Partido Justicialista está presidido por Gildo Infrán, gobernador de Formosa, yo me preocupo. El federalismo evoca la palabra feudo, y muchas provincias son verdaderos estados feudales dominados por un cacique. Por otro lado, la Argentina necesita un gran baño de realidad y de verdad institucional, por ejemplo, de las estadísticas. Se ha desvirtuado el esqueleto mínimo del Estado que pensó Sarmiento en 1869, cuando ordenó el primer censo nacional de población. Hoy no existe verdad en el Estado, por consiguiente, es pura apariencia, y eso es la peor enseñanza que puede darnos el Maquiavelo de El Príncipe: al fin de cuentas, no se preocupen porque gobernar es hacer creer y producir relatos engañosos. Esto alude a los grandes desafíos en esta Argentina democrática. ¿Estaremos a la altura? Lo dirá la marcha misma de la democracia. He visto momentos mucho más tenebrosos, siempre la democracia ofrece una oportunidad, pero hay que saber aprovecharla con un mínimo de voluntad e inteligencia.

Poirier: Se tiene la impresión de la ausencia de virtud en la política, y Botana recordó a Montesquieu cuando hablaba de que hasta la virtud debe ser controlada porque suponía que es el mecanismo de la acción política. ¿No estamos en la Argentina en un espacio vacío de virtud?

Pagni: Es evidente que hay muchísimas razones para dudar hoy de la virtud en la política, daría la impresión de que estamos en una etapa donde los principales liderazgos, propuestas y conductas son más viciosas que virtuosas. Por momentos el vicio llega al nivel de la caricatura. Creo con cierto pesimismo que nos hemos acostumbrado a un umbral de escándalo y de una inquietante deformación de la conducta pública. Para evitar este problema, esta selección antidarwiniana que implica el triunfo de los peores, las sociedades han inventado sistemas y diseños para la vida pública que estimulan determinadas conductas. Yo creo que el diseño que ha adquirido la vida pública en la Argentina introduce o estimula las conductas viciosas, en vez de ayudarnos a advertir la desviación. Si yo tengo un esquema político donde un candidato tiene el 54% de votos y el que sigue, el 17%, hay un monopolio de poder, porque se ha suprimido la hipótesis de la alternancia. Si además dentro de ese monopolio de poder que hoy ejerce el peronismo se introduce un monopolio en la gestión –como ha sido el liderazgo de Néstor Kirchner y sobre todo de Cristina Kirchner, que se interpreta a sí misma como una líder carismática que puede prescindir de la organización sindical en la relación con los trabajadores, y del partido, con los electores, porque es una relación espontánea entre ella y la gente–, lo más probable es que ese sistema, que visto desde la virtud es el antisistema, coloque a la autoridad en una situación tal que tomará conocimiento del problema ferroviario cuando el tren chocó en Once. Es muy probable que en un sistema así, el que gobierna tenga la sensación de que no hay una alternativa conceptual a lo que él piensa. ¿Pero cuál ha sido el gran hallazgo civilizatorio de la Modernidad? Haber logrado la convivencia pública alrededor de un sistema de reglas. Eso garantiza el derecho a la crítica, a entender que el que gobierna lo hace porque recibió más votos en una democracia electoral; no hay texto sagrado. Por lo tanto, se debe garantizar el derecho a la crítica y a que determinados valores, criterios, derechos y garantías que manda por el imperio ocasional de una mayoría, por eso debemos garantizar la independencia del poder judicial y de la prensa, que no casualmente están puestos en tela de juicio hoy en la Argentina. Si alguien gana con el 54% de los votos y el segundo tiene 17%, es muy fácil entender por qué el que gobierna cree que tiene la verdad, y no solamente la legitimidad de los votos. Es muy fácil que considere que Pagni o Botana, que escriben en La Nación, “no se dan cuenta que perdieron”. Esto lo dijo Horacio González en 6,7,8 después de las elecciones de 2011. Incluso les preguntó por qué no la llamaban de nuevo a Beatriz Salto, ahora que “tienen el 54% de las razones”. Hay sistemas que le dan verosimilitud a este ímpetu autoritario. También es muy distinto cómo maneja la prensa al opositor si éste perdió con el 45% de los votos o si lo hizo con el 17%, y lo mismo sucede con el comportamiento de los empresarios y de la sociedad civil en general. En este margen está también el germen de la corrupción ligada al régimen de poder: empresas amenazadas porque los amigos del poder se iban a quedar o se han quedado para quitarles a los otros su porción en el mercado. En este diseño de desequilibrio de poder estamos en un fraude permanente de la política, porque el monopolio de poder se desdobla para crear en sí mismo su propia oposición. Y todos aceptamos la ficción consentida de que Massa es una alternativa. ¿Por qué se ve con naturalidad? Todos entramos en esa trampa. Frente a este escenario, la democracia de Alfonsín era la Atenas de Pericles. El mundo del “que se vayan todos” es el mundo al que uno querría volver ya: había bloques en el Congreso que entorpecían la sanción de leyes arbitrarias, había otra voz, una oposición gobernando siete provincias… ¿La actual transición nos lleva hacia esa situación o hacia un cambio de contenidos con las mismas reglas y un autoritarismo al que muchos pueden llegar a considerar como más saludable porque es de derecha, y a lo mejor más ligado a lo que sería el sentido común de la sociedad? Esta pregunta es angustiante y no se responde con los datos a la vista. Estamos en una época de poca virtud: está plagado de gente que ha entrado a la política para hacer una diferencia y saltar en su situación patrimonial; por lo menos tendríamos que tener un sistema de desaliente esas conductas y una forma de equilibrio de poder que nos garantice cierta competitividad republicana.

Poirier: ¿Qué significación política nacional e internacional le otorgan al papa Francisco?

Pagni: En cuanto a la dimensión internacional, es muy interesante la presencia de un Papa latinoamericano porque implica en alguna medida un signo muy evidente de lo primero que le escuchamos decir a Botana: un cambio de eje en la organización y la configuración de la sociedad global. Es una noticia de primera magnitud que la Iglesia haya designado a un sacerdote traído, como dijo el propio Bergoglio, del fin del mundo. Propone una agenda que tiene que ver con lo simbólico, lo moral, la estrategia de ir de la periferia hacia el centro. Creo que acá hay algo del peronismo de Bergoglio, una gran alianza con la feligresía o con la opinión pública para modificar la burocracia, un tema extraordinariamente complejo que tiene entre manos. No  tenemos que olvidar que Ratzinger fue el que inició la reforma con su renuncia, un hecho también de primera magnitud. Es evidente que en un mundo donde el problema de la virtud está internacionalizado, su liderazgo ha rescatado valores, y es casi el único lugar donde se escucha hablar de valores a nivel político. La posición del Papa ha repuesto el lugar de la periferia políticamente: su posición respecto de la situación en Siria, el viaje a Medio Oriente, el viaje que prepara a China… Otra cuestión es la relación con la comunidad hispano parlante, sobre todo en los Estados Unidos, y tenemos que ver qué sucede en septiembre cuando viaje a ese país. Respecto de lo nacional, creo que el efecto Bergoglio ha sido una bomba de profundidad: todavía no sabemos cuáles son las consecuencias que irán emergiendo en la sociedad argentina. Creo que la transición de la que estamos hablando en este encuentro se inicia con la elevación de Bergoglio al papado porque introdujo un cambio muy importante en la política: desbarata una clasificación. El esquema de poder que se ha montado en la Argentina en estos años, y que es la expresión discursiva, conflictiva, política de lo que hemos hablado esta tarde, era “ellos y nosotros”. Desde el kirchnerismo la principal clasificación a la cual apuestan como usina de poder consiste en polarizar y dinamitar el centro. La elección del Papa creó un nuevo conjunto de argentinos incompatibles con esa clasificación, creó un “nosotros” distinto, y ese es el desconcierto de Cristina frente a Bergoglio; pensemos en la derrota psicológica cuando ella le explica cómo funciona un mate. De repente se produjo un hecho misterioso: un señor que tenía a cien metros de la Casa Rosada y al que ya ni siquiera le pinchaba el teléfono, por un misterio del que la SIDE no la supo alertar, la recibe vestido de blanco en el centro del Renacimiento. En otro orden, es evidente que Bergoglio tiene un proyecto para la Argentina, es un político además de un líder religioso, y por lo tanto tiene un candidato, que no es una persona sino una agenda.

Botana: Paul Ricoeur, un admirable filósofo de inspiración cristiana no católica, decía que la utopía es la  exploración de lo posible. Va en contra de todas las definiciones de las utopías que arrasaron con el siglo XX, las cuales planteaban que eran la exploración de lo necesario y lo inevitable, y que los que se oponían, en muchos casos, tenían que ser masacrados. Yo veo al papa Francisco en ese contexto. Es argentino, es un jesuita y es un hombre con una dimensión política evidente. Pero hay que hacer una distinción básica: una cosa es ver a Bergoglio en su actuación directa hacia los argentinos, y otra como un Papa reformista o utópico en el sentido de Ricoeur. Si Francisco logra llevar a buen puerto algunas reformas posibles en la sede desde donde gobierna la Iglesia, los efectos indirectos sobre nosotros y sobre el mundo cristiano en general van a ser trascendentes. Me atrevo a pensar que tan trascendentes como el llamado de Juan XXIII al Concilio. Pero ¿qué significa reformar? Afrontar uno de los problemas más importantes que desde sus orígenes enfrenta la Iglesia católica, apostólica y –a veces nos olvidamos– romana. Porque Francisco está gobernando desde un Estado. Uno de los grandes católicos y de las figuras más ceñeras del liberalismo del siglo XIX, Lord Acton, decía que en todo Estado anida la corrupción, y si ese Estado es absoluto, la corrupción es mucho mayor. Francisco está actuando en el marco de un Estado absoluto, desde el punto de vista de su proceso de decisiones internas, una burocracia poco controlable, una estructura financiera que careció de controles y que albergó la corrupción mundial en muchos aspectos; en otros términos, una burocracia irresponsable, parecida a la que tenemos en la Argentina y en otros países. Lo que ha hecho Francisco, y ahí la idea de la utopía posible en este primer año de gobierno, es bajar a niveles humanos el contenido monárquico del gobierno de la Iglesia católica. Y los gestos han sido muy fuertes y muy duros. Como historiador no recuerdo otro pontífice que haya calificado de “lepra” a la burocracia, que haya hablado de “trepadores” y del “espíritu mundano” que invade el estilo de vida de los burócratas del Vaticano. Este desafío es comparable a los momentos de la Reforma que atravesó la Iglesia católica, con la diferencia que aquella vino de afuera y esta viene de adentro como la Contrarreforma, que significó en cierta medida una purificación eclesiástica (la hizo san Ignacio). Si vuelvo a la primera de las transiciones que enumeré en esta charla, Bergoglio es un símbolo en medio de esta transformación y en una Iglesia que inevitablemente tiene que afrontar los desafíos de la posmodernidad, como se la llama con un concepto bastante discutible. Para los argentinos, además de la agenda a la que se refirió Pagni, nos está dando una lección muy grande, porque al reformar la Iglesia católica nos está diciendo que aprendamos a ser reformistas, paso a paso, explorando lo posible, con una voluntad que jamás debe claudicar.

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  1. lucas varela on 4 julio, 2014

    Una característica importante y necesaria de un foro es la libertad y espontaneidad ejercidas por los panelistas. Esta espontaneidad, contenidas en las pausas, las entonaciones, e incluso en la gesticulación del panelista, confieren a la palabra oral el carácter, la personalidad y hasta la intención de quien la expresa. El moderador del foro, Sr. José María Poirier (Revista Criterio), tuvo la responsabilidad adicional de transformar la “palabra oral” de los panelistas en “palabra escrita”. Inevitablemente, al transformarlas se pierde parte de esta espontaneidad, e inevitablemente también, los dichos de los panelistas se “tiñen” de la sutileza, intencionalidad, y subjetividad del Sr. José María Poirier (Revista Criterio).
    Para mejor comprensión de los dichos (ahora escritos) en el panel, hay que advertir entonces que el Sr. José María Poirier es corresponsable por los dichos del Sr Natalio Botana (UTDiTella) y Carlos Pagni (La Nación).
    Este comentario es importante porque el hombre, es hombre por la palabra. Así como Jesús era palabra. Era palabra verdadera, de verdad absoluta. Hasta el punto que Él era la encarnación de su palabra.
    Dicho esto, hagamos un poco de meditación de los dichos del foro.

  2. lucas varela on 4 julio, 2014

    Deseo referirme a la última pregunta planteada por nuestro amigo el Sr. Poirier:¿Qué significación política nacional e internacional le otorgan al papa Francisco?
    Por la implicancia religiosa de la pregunta y el tenor de las respuestas, estimo importante exponer primero una base ideológica del tema, que espero sirva para enriquecer los eventuales comentarios posteriores al mío.
    El término “Papa” significa papá o padre; es simplemente una expresión de respeto y afecto. Es el sucesor de Pedro, supremo pastor de toda la Iglesia, vicario de Cristo sobre la tierra. Fue voluntad de Jesús de establecer sacerdotes que perpetúen su recuerdo. Y fue Jesús quien le confirió a Pedro tres tareas:
    1ro. Reconfortar, guiar y madurar en la fe al pueblo de Dios.
    2do Guiar a los obispos en el cuidado del pueblo de Dios, siendo Él el pastor universal.
    3ro Alimentar y madurar en la fe a los obispos, para que cada día se acerquen más a Dios.
    ¡¡Así de simple es la cosa en la Iglesia Católica. ¡¡
    Y así de simple y consecuente es el accionar del papa Francisco. Sus acciones hablan por sí solas. Y sus dicho, son más simples y profundos aún. Basta hojear el pequeño librillo titulado “Exhortación apostólica Evangelii Gaudium del santo padre Francisco” accesible en la siguiente dirección (http://www.aciprensa.com/Docum/evangeliigaudium.pdf )
    Dicho esto, reservo mi opinión de los contenidos del foro para mi próximo comentario.

  3. lucas varela on 5 julio, 2014

    El Sr. Poirier (Criterio) pregunta:¿Qué significación política nacional e internacional le otorgan al papa Francisco?
    Haciendo referencia a las bases ideológicas de la Iglesia Católica brevemente expuestas en mi comentario anterior, la sola enunciación de la pregunta es inapropiada. Apropiada sí, para una respuesta política y desconsiderada para quienes profesan la fe católica.
    El Sr. Pagni (La Nación) y el Sr. Poirier (Criterio) (oral y escrito), dejan en claro (y en blanco y negro) que para ellos el papa Francisco es Bergoglio. Pero no solamente “un Bergoglio”, sino una floreada sarta de referencias a quien, para la grey católica es “el santo padre”:
    ¡“..algo del peronismo de Bergoglio…”¡
    La conclusión del Sr. Pagni (La Nación) y el Sr.Poirier (Criterio) es tristemente irrespetuosa, contraria a la fe y a la Iglesia Católica: “es evidente que Bergoglio tiene un proyecto para la Argentina, es un político además de un líder religioso”.
    ¡ Que Bergoglio es un político¡ ¿Cómo es posible tanta negación sacramental?¿Porqué tanta negación al Espíritu Santo?
    Los lectores de nuestra revista Criterio deben saber que el Sr. Carlos Pagni (La Nación) publicó un artículo en el diario La Nación el 12/03/2012, que derivó en un repudio de la Delegación Argentina de Asociaciones Israelitas (DAIA), por ser “una clara expresión antisemita asociable a la peor tradición del nazismo”. Desconozco su afiliación religiosa, si la tiene.
    El Sr. Poirier, presidente de nuestra revista Criterio, es reincidente en su afición a no referirse al papa por su nombre Francisco, es un “Bergoglio en estado puro” según él:(http://www.revistacriterio.com.ar/nota-tapa/carta-del-director-evangelii-gaudium-%C2%BFun-programa-de-gobierno/)
    ¿Por qué tiene este comportamiento? Algo escribí sobre la “sensibilidad pendular” del Sr. Poirier: (http://www.revistacriterio.com.ar/nota-tapa/documento-gracias-la-sociedad-piensa-por-si-sola/)
    Quizás, sea que a menudo la gente aparece como católica, en cuanto miembro de instituciones de tradición católica, más cabe dudar de que realmente lo sean íntimamente, en cuanto hombre. A menudo, ser católico es simplemente no ser otra cosa. Son católicos por una ficción social; habiendo sido bautizado, no abjura del que se supone ser su credo, y no profesa ni lo rechaza, y mucho menos lo busca.
    Cualquiera sea el caso, el periodismo que desarrolla el Sr. Poirier se desarrolla a contrapelo de los fundamentos de la fe. Es un error muy grave que socava las bases ideológicas de nuestra iglesia.
    Pido un poco de cordura, y exhorto humildemente al Sr. Poirier (presidente de nuestra revista Criterio) a que sea diligente en hacer lo que pueda para explicar, defender y aplicar correctamente los principios cristianos a los problemas de nuestra época, de acuerdo con el pensamiento de la Iglesia.

    • Estamos de acuerdo con L. Varela. El Sr. Porier, con respeto, estima y caridad, debe ser destituído como director o autor de editoriales de la Revista Criterio, pues hace más mal que bien al escribir con semejante firma de revista.Desde hace años que se observa lo que dice Lucas Varela. Saludos cordiales, Andrés González Balcarce, Docente de Teoría del Estado.

  4. lucas varela on 8 julio, 2014

    Estimados amigos,
    Nuestra educación como católicos, nos predispone a la tolerancia, y a la unidad. La verdad presupone compartir con el prójimo y convencernos. La verdad la hacemos entre todos, unidos. La verdad es una lucha fraterna con el prójimo y para hacer camino todos, sin exclusiones.

  5. Luis Alejandro Rizzi on 15 julio, 2014

    Veo algunos comentarios que me dan tristeza ya que se sustentan en la descalificación o una ironía mal usada. Creo que el Papa es una figura política y Juan Pablo II y Francisco 1º han sumido el rol político. El viaje a medio Oriente de Francisco, pretendió tener un significado político ya que intenta por medios religiosos por lo menos limitar el conflicto palestino a lo político y llevarlo a una negociación amplia que permita bucear hasta lo más profundo en busca de una anhelada paz.
    Concuerdo con los diagnósticos pero la “cuestión” argentina como diría Carlos Floria es la de ver como formamos nuevas dirigencias. El estado actual de la Argentina se debe a que ha carecido de dirigencias idóneas en los últimos 60 o 70 años y las consecuencias son obvios. Explica Llach que nuestro PBI en 1910 equivalía al 99% de los 16 países más avanzados y hoy estamos entre el 30 y 42% y hoy padecemos de lo que se llama “path dependence”, hipótesis según la cual el pasado condiciona el presente.
    Hoy como mínimo habría que poner a la Argentina en crisis, test imprescindible, para ver si la Argentina tienen reservas culturales.

  6. fabian on 15 julio, 2014

    Ay Lucas…
    El Papa Bergoglio es antes que Pontífice de la Iglesia Católica, hombre, sacerdote, (acaso) peronista, hincha de San Lorenzo… y tantas cosas más.
    Acaso el Espíritu quiso esas cosas (ese barro) presente en las decisiones necesarias para la vida de la Iglesia.
    Como cantaba aquel poeta (depuesto) también admirado por S. S. Francisco: «Se detuvo y me dijo «Como el asno te cargas: no sacudas el tronco de las frutas amargas; la verdad nos enseña que el secreto de todo es un poco de luz y otro poco de lodo…».

  7. Francisco Jorge DARDAN on 15 julio, 2014

    Me resisto a creer que el Cardenal BERGOGLIO haya sido peronista y mas aún que el rebautizado FRANCISCO lo sea.- Ello hablaría muy mal de su formación espiritual, cultural y científica.- Sin perjuicio que sociólogos y politólogos, en el mundo moderno, consideran al peronismo UNA PATOLOGÍA (J.D.SACHS, Alain TOURAINE, Giovanni SARTORI, Loris ZANATTA, Julián MARIAS, etcétera), el peronismo dentro del contexto mundial es un fenómeno menor, nació al amparo de una declinación política, social, económica de un país y una sociedad marginal (lejos del meridiano económico y social de la modernidad) que aún NO PUDO REVERTIRLA y como tal, dicho movimiento fracasó impiadosamente a causa de o a pesar de su preeminencia en los últimos 70 años.-
    Ningún Cristiano, Sacerdote o no, puede adherir a cultos personalistas de ninguna naturaleza y menos aún aquellos que la sociología moderna identifica como POLITOLATRÍAS.-
    El sacerdote es entresacado del mundo, está en el mundo mas ya no pertenece a el; murió para el mundo y la carne y solo tiene por SEÑOR a JESUCRISTO.-
    Lo explica muy bien San Pablo: «TODO LO QUE NO ES DEL ESPÍRITU ES DE LA CARNE Y LOS CRISTIANOS SOMOS DEL ESPÍRITU».-
    Lo expuesto tiene raíz, ademas, en la herencia judía.-
    Por ello, ruego a D-s, que el peronismo de Bergoglio sean versiones interesadas en desacreditar.-
    Luego de su entronización, desesperado por el ya largo drama argentino, me ilusioné en que FRANCISCO fuera para la Argentina lo que JUAN PABLO II fue para Polonia.-
    Pero para ello, hay de dejar caer un régimen, un sistema socio económico falaz que cumplirá próximamente 100 años.-
    Claro que se necesitan DIRIGENTES NUEVOS, generosos, honestos, valientes y prácticamente SANTOS.-
    NO LOS ACTUALES DE CUALQUIER SIGNO POLÍTICO QUE FUEREN.-
    SI SE LO PROPONE, FRANCISCO SE ENCUENTRA EN CONDICIONES DE PROMOVER LA RENOVACIÓN CON MIRAS A UN NUEVO PAÍS.-

  8. fernando yunes on 16 julio, 2014

    Además de honestidad, responsabilidad y visión de largo plazo, a los dirigentes políticos argentinos les falta capacidad de gestión. Una cosa son las consignas ideológicas y los relatos épicos y otra la formación para planificar, administrar, ejecutar políticas públicas y generar consensos que faciliten la gobernanza. Es fundamental antes de hablar de candidaturas y alianzas electorales, establecer entre todas las fuerzas políticas un pacto institucional de gobernabilidad, que sostenga el sistema republicano y el estado de derecho como garantía de una democracia sólida y blindada definitivamente de los populismos anacrónicos, que conducen a la decadencia nacional, la corrupción como cultura y a la destrucción de la amistad cívica y conciencia de bien común.

  9. lucas varela on 22 julio, 2014

    Estimado Francisco Jorge Dardan,
    La misión del Papa y su Iglesia es sacramental para aquellos que profesan la fe en Dios, para otros no. Cualquiera sea el caso, sus objetivos son trascendentes, universales, y humanos.
    El papa Francisco pide casi a diario que recen por él. Yo solo digo que su esfuerzo vale mi más profundo reconocimiento.
    Así como el avance se inicia de parado, la sabiduría se inicia de saber ignorar. La condición humana del Papa Francisco me merece el mayor respeto, aunque no es tema trascendente.

  10. RDC Ferrero on 26 julio, 2014

    ¿Hay conciencia para respetar a quien cuestiona la ausencia de los principios y sus fundamentos? Es posible sugerir que el fuero del Derecho Escrito evidencia que su validéz y eficacia como ordenamiento o mandamiento proviene del Imperio y sus necesidades nacidas de los pueblos esclavos por su conquista. Y que el fuero del Derecho Natural como la vertiente científica de la que proviene, esta es la Filosofía, es el ámbito propio donde el hombre siente, piensa y proporciona un acto de justicia y de proporcionalidad en la convivencia? Yo me permito afirmar desde la filosofía cristiana, que desde los hechos humanos en sus límites esenciales, nuestra época dispone de la misma sed que permitía preguntar a Sócrates a su propio pueblo,si les era posible entender que los hechos exigían un hombre nuevo para Atenas, antes que en la fuerza y la espada, un hombre fundado en la racionalidad y la dignidad de la verdad. Pues bien, a mi juicio harto de rezongos por la barbarie ideológica imperante en nuestras relaciones materiales, aceptada por un derecho imperado por una ciencia económica que ha ejecutado cuanto concepto lúdico para conformar un mundo de administradores sin administración, y otro de administrados sometidos y sorprendidos por la aceptación de TODOS, ciencia económica que nunca demostró sino ser una mera técnica ejercida subjetivamente para convalidar las necesidades prácticas de una cultura materializada en falsedades teóricas:EUA y su paternidad Inglesa. Desde los principios y fundamentos de 2000 y pico de años ejercidos, con sus oscuridades y dogmatismos del pasado, el realismo filosófico y cristiano católico cotidiano persiste, antes que en los filósofos y teólogos,en la conciencia natural de las personas que en su cotidianeidad proporcionan lo que les ha acontecido en sus vidas y en la de sus padres que nuestra vida humana carece de perspectiva humana, si al modo de Socrates evitamos adentrarnos donde todas las primitivas aldeas nacieron…en la evidencia de sus necesidades esencialmente iguales:encontrar el fuero humano del Hombre que vino a salvar al hombre de su propia infernalidad pasional, y cuyas triviales estupideces verbalizadas,aún hoy, para tantos hombres «actualizados» con las modas políticas, bélicas, económicas, hoy sus palabras nos evidencian que son palabra humana que conserva la potencialidad de su orígen divino y desde la que la historia de dos milenios de generaciones, con yerros tambien, de cristianos vienen formulando con el rigor de tal herencia, complementadora de la propuesta socrática, la grave cuestión de la unidad en la diversidad, solo que resuelta para ser entendida y vivida por el hombre virtuoso: única obra pública comunitaria a la que debiera destinarse cada pueblo de nuestra argentina y del mundo. Y por último recordar que los principios son en el proceso y son en el término final y son unidad real:le pregunto a cada panelista y al Sr. Poirier, qué son los hechos en el intelecto del hombre sin memoria de la sabiduría que espera a cada uno en cada uno? En qué lenguaje y desde qué ciencia convalidan la autoridad de la subjetiva visión de cada expositor, cuando el conocimiento humano demanda causalidad pertinente desde una unidad manifiesta? Creo en mis preguntas, antes que en mis afirmaciones. Les agradeceré me ofrezcan una respuesta adecuada a lo que son mis creencias…Ferrero.

  11. Felicito a «Criterio» por organizar charlas-debates de esta naturaleza; pero sugiero que en el futuro se inviten a personas que representen distintos puntos de vista, de modo que se pueda lograr una perspectiva más pluralista.
    Raúl Ernesto Rocha Gutiérrez.
    Doctor en Ciencias Sociales (UBA).
    Doctor en Teología (SITB).
    Magíster en Ciencias Sociales (UNLaM).
    Licenciado y Profesor en Letras (UBA).

  12. Me interesa más la opinión de personas con experiencia en la política partidaria, que analistas fuera del barro de la política diaria de los partidos, de las administraciones nacionales provinciales y municipales y, de legisladores de ésos 3 niveles.

    • RDC Ferrero on 7 agosto, 2014

      Una actitud en la vida puede crear el hábito de la ceguera que nos impida cuestionarnos y contemplar la validéz de nuestras afirmaciones.Sería bueno que Don Poirier se reivindicara en su valor, al hacer ese tipo de encuentros, pero utilizando un norte que nos permita a sembradores, buscadores y navegantes de todo mar, ajustarnos a acceder a él, como una necesidad de mancomunar el mar revuelto de intereses y valores, para definir, con la diversidad de cada uno y deseandonos entendernos, para valorar con amabilidad, lo que intentamos vivir; en mi vida intento la humanidad de JesuCristo, y lo que me resulta extraño vivir es la claudicación del diálogo de quienes se manifiestan tales, pues desde el Señor,qué nos confundíría, qué nos separaría, etc, por el contrario, nos entusiasmaríamos sobre la sanidad y el compromiso para proyectar la amistad que cultivemos…pero,ni nos conocemos y lo peor, es el escepticismos que con franqueza, me ha cuestionado, para qué vamos a dialogar…para decirnos y bué, qué le vamos a hacer: buen día. Se trata de alumbrar para ver si elegimos, y lo que elegimos lo vamos haciendo vida. Tenemos una muerte adentro…la historia humana tiene bastante lodo como evitar los conocimientos aprendidos desde los que dieron sus vidas, desearía que a una afirmación, Sr. Bottino la fundamentara un poquito más limpia del me interesa o no me interesa. Podría ser?, con respeto se lo pregunto, pues soy lego de infinidad de cosas pero quedo vacío cuando se me habla poéticamente: qué sería el barro de la política diaria de los partidos. Gracias. Ferrero

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