Liliana de Riz: “El populismo se sitúa en la zona gris de las democracias imperfectas”

La reconocida doctora en Sociología por la Universidad de París, miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, profesora de la UBA e investigadora del Conicet, analiza el comportamiento electoral argentino después de las PASO y desarrolla sus preocupaciones en torno a la democracia. 

¿Cree que el ausentismo que se registró en las PASO se repetirá en las elecciones generales?

Ya en las elecciones intermedias de 2021, el ausentismo encendió una luz roja. En las PASO se reiteró esa tendencia y casi un 30 por ciento del electorado no concurrió a votar. No sabemos cuánto de desinterés o cuánta frustración representa. Lo cierto es que la abstención también es una forma de castigo a la dirigencia tradicional y nos remite a la profunda crisis de representación que atraviesa nuestra democracia, como muchas democracias de la región y del mundo. Las PASO son una suerte de ensayo que descarta candidatos; en las generales suele aumentar la participación. En la movilización de electorado que se abstuvo o votó en blanco cifran sus estrategias, sobre todo las dos grandes coaliciones. Hay, sin embargo, otra parte importante de la población que canalizó su bronca votando a Milei, un fenómeno aluvional de votantes, antes que ideológico, que no quiere una casta que viva a costa de ellos ni un Estado que dilapide la riqueza de todos.  Milei cosechó 7 millones de votos. 

La mayoría de los argentinos ha optado por un cambio. ¿Lo que desean es un “no más de lo mismo”, más que un perfil definido de lo que se quiere y el camino para alcanzarlo? 

Existe la percepción generalizada de que así no va más, de que hay que parar de sufrir, que la Argentina duele. Dolor, pena, rabia son sentimientos entrelazados que Milei supo encarnar con su propuesta de destruir a la “casta” alimentada por un Estado privatizado a su servicio. Aunque no está claro en qué consistirá el cambio que predica, esos votos optaron por algo nuevo en contra de un pasado de fracasos recurrentes. En Juntos por el Cambio, el triunfo de Patricia Bullrich ratificó la apuesta por un cambio radical que puso el eje en las cualidades de la candidata antes que en la necesidad de ampliar los apoyos.

¿Qué sabemos del voto muy joven, desde los 16 años?

La iniciativa de 2012 de legalizar el voto de los chicos desde los 16 años fue del gobierno de entonces, con miras a engrosar su territorio de caza. No tengo datos al respecto, pero lo cierto es que, si hubo una inclinación hacia al kirchnerismo como garante de sus derechos, en estas PASO el voto de los jóvenes fue preferentemente a Milei. Sobre todo entre los varones, en los que el rechazo al feminismo encontró eco. Además, el entramado digital le hizo posible a Milei penetrar todo el territorio con una formidable viralidad y captar a los jóvenes en las plataformas. Decir no al aborto, sí a la cárcel (bajar la edad de imputabilidad), castigar a mantenidos por el Estado y rechazar las políticas de género son consignas que prendieron en los jóvenes de entre 16 y 25 años, que rondan el 3% del padrón. Influencers jóvenes en Tik Tok y en You Tube fueron la clave de la campaña de este candidato sin organización previa ni experiencia de gobierno. La rebeldía la encarnan los jóvenes antistablishment y se ha vuelto de derecha, como afirma Pablo Stefanoni en su libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? Milei es el león que despierta a los leones que son sus votantes y que harán el cambio.

Distintos observadores se preguntan si el resultado de las PASO refleja la voluntad del electorado por cambiar de populismo y no a ponerle fin. ¿Cómo deberíamos entender el concepto de populismo a la luz de la experiencia que estamos viviendo?

La noción de populismo es demasiado vaga y su uso suele prescindir de los contextos históricos específicos. ¿Cultura política, estrategia de construcción de hegemonía, ideología light, concepción unanimista de raíz religiosa que Jacques Lafaye despliega en su libro Mesías, Cruzadas y Utopías, publicado a mediados de los ‘80 y es el centro de las contribuciones de Loris Zanatta? ¿Acaso un modo de ejercicio del poder, una variante del fascismo? Yo prefiero un enfoque que arraiga en una doble vertiente: la concepción de Gino Germani sobre los movimientos nacionales y populares en América Latina como variantes del género autoritario; la definición del populismo de Helio Jaguaribe, que lo define como una forma de ejercicio del poder; y un tipo de liderazgo en la tradición de Wilfredo Pareto. En la definición de Jaguaribe, el populismo es el ejercicio del poder por un liderazgo imbuido de una misión histórica que, en nombre del pueblo al que encarna, actúa por encima de toda mediación y reparte a su arbitrio premios y castigos. La oposición pueblo/antipueblo, la idea de una comunidad amenazada, con variantes, habita los populismos de ayer y de hoy. Una delgada línea los separa, sean de izquierda o de derecha, de las autocracias, como Gino Germani supo advertirlo. Si aceptamos que la autocracia es autoinvestidura, es proclamarse jefe de uno mismo o bien heredar esa posición, entonces es claro que la autocracia es lo contrario de la democracia; como Sartori, siempre preciso en su lenguaje, la definiera. El populismo, en cambio, se sitúa en la zona gris de las democracias imperfectas que conservan el principio electivo como fundamento de la autoridad y varían de acuerdo a cuán limitado sea el pluralismo, cuán independiente la oposición, cuánta resistencia encuentran en la Justicia y en el Parlamento. Son democracias electorales que se denominan indistintamente autoritarismos electivos, regímenes híbridos o democracias iliberales y proliferan los adjetivos.

¿Cómo se aplica este enfoque a la situación argentina?

Milei es una variante del populismo ya que aspira a ejercer el poder por encima de la mediación parlamentaria, apelando a mecanismos de la democracia directa y repartiendo premios y castigos a su arbitrio. La oposición entre la casta y el pueblo impoluto que él encarna alimenta una polarización que es distintiva de todos los populismos. Hay también una dimensión religiosa: Milei abreva en fuentes de la ultraderecha europea como Vox en España, y Trump y Bolsonaro son sus modelos. Milei se siente imbuido por “las fuerzas del cielo”, un Mesías que nos conducirá a la tierra prometida; y se espera que traiga una solución milagrosa. En su mundo “el liberalismo no es un saber: es un rezo” como observa la aguda Pola Oloixarac y está dispuesto a imponerlo “a palos”. El cambio en las organizaciones políticas que confluyen con iglesias y se afincan en las identidades territoriales y el individualismo es un fenómeno extendido en las democracias de la región.

Donde el “demos” parece alejarse de la política en general y haber perdido la confianza en el Estado, ¿cómo podrá recuperarse una actitud positiva con relación a la política?  

Un Estado no se puede sostener si ha perdido la confianza de la gente. Cuando la distancia es cada vez mayor entre la dirigencia política y los ciudadanos escépticos, cuando la dirigencia pierde contacto con los ciudadanos, muchos acaban deseando la destrucción de sus propias libertades, advertía Raymond Aron a mediados de los ‘60. En este siglo, por primera vez hay menos democracias que regímenes no democráticos en países con más de un millón de habitantes. La representación política está en cuestión: en encuestas globales surge que el 60% de la población dice que los temas políticos más importantes deberían ser decididos directamente por la gente a través de referéndum y no por los funcionarios electos. La confianza en las instituciones de la democracia decae con la acumulación de promesas incumplidas y los escándalos de la corrupción. Los presidentes, hoy debilitados, con escasa aprobación ciudadana, enfrentan el desafío de terminar sus mandatos. Inestabilidad política y riesgo de “peruanización” del sistema de partidos, polarización y desconfianza definen un panorama sombrío para las democracias latinoamericanas. A diferencia de otros países de la región, en la Argentina no hay estallidos sociales ni las elecciones están precedidas por olas de violencia, como sucede en Ecuador. Los ciudadanos votan, aunque el ausentismo nos indique una importante resistencia pasiva. El sistema político ha sido estable en medio de la fenomenal inestabilidad de la economía. Las PASO mostraron que el malestar se expresó, sobre todo, con el voto a Milei, pero también se expresó con el rechazo al oficialismo. Hay una búsqueda de alguien que pueda responder a las demandas frustradas y parece no importar que relegue el Congreso, anule a la clase política tradicional o capture a la Corte Suprema de Justicia. No cabe duda de que el discurso de Milei es autoritario. ¿Cómo resiste una sociedad civil a este empuje de las fuerzas antipolíticas con variantes del viejo y conocido populismo? Aún es prematuro adelantar acontecimientos; sin embargo, Milei está mostrando moderación en sus propuestas. No creemos factible que, en caso de triunfar, pueda copiar la solución autocrática venezolana de una Asamblea Constituyente que anule al Congreso ni que someta a la Corte Suprema, tendrá que negociar sus propuestas so pena de un juicio político que lo destituya, como a Castillo en Perú, o como ocurrió con Bucaram en Ecuador. Una imagen positiva de la política depende sobre todo de liderazgos democráticos capaces de encontrar un camino en medio de las ruinas y despertar la esperanza y la confianza de los ciudadanos en las instituciones. 

La Iglesia católica tuvo un rol destacado en el Diálogo Argentino durante la crisis del 2000. Hoy, para algunos, el espacio eclesial pareciera estar ocupado por la figura del Papa argentino. ¿Qué opina? 

Coincido con esa visión. El papa Francisco es un actor central y ocupa el espacio eclesial: la dirigencia depende de si los recibe y cómo los recibe el Papa. Lejos estamos del clima en que se instaló el Diálogo Argentino. Hoy no hay dirigentes políticos que abran ese camino; el faccionalismo corta todos los puentes. El nombramiento del polémico juez Zaffaroni para un cargo en el Vaticano a pocos días de las PASO hace manifiesta la postura de Francisco; un Papa que toma partido aunque no pertenezca a un partido. La Pastoral Social llama a la pacificación y al diálogo para lograr justicia en paz y pacificación, pero no tiene el eco que logró en 2001 en la clase política ni en la sociedad. 

Los obispos confiaron al departamento de Historia de la Iglesia de la Facultad de Teología de la UCA un exhaustivo estudio sobre la violencia en la Argentina entre 1966 y 1983. La verdad los hará libres ratifica el pedido de perdón que en su momento la Iglesia hizo por sus falencias ante la sociedad argentina, ejemplo que otros actores sociales no han seguido hasta ahora. ¿Qué importancia le atribuye a la difusión de esta obra?

Me parece sumamente importante la difusión de este documento en la actual coyuntura. Es tiempo de considerar ese pasado de horror sin la anteojera ideológica con que lo envolvió el kirchnerismo para cosechar adeptos. Lo es por el significado que tiene revisar un pasado convertido en garrote ideológico y, sobre todo, por el pedido de perdón de la Iglesia como institución por su accionar. Esta sociedad quiere un futuro que no sea pura amenaza, un futuro en el que prime la justicia y no la venganza; una sociedad más justa para todos y más libre para cada uno. 

¿El ausentismo electoral puede ser interpretado como un rechazo o un hartazgo del electorado con relación a la grieta?

El kirchnerismo supo construir el antikirchnerismo a su imagen y semejanza, como el peronismo construyó el antiperonismo. No conocemos los motivos que indujeron al ausentismo, más allá de la indiferencia o del rechazo a la dirigencia tradicional. Hartazgo, fatiga, miedo son sentimientos recurrentes. En una sociedad en la que domina una polarización extrema, que reedita en nuevas oposiciones las viejas fórmulas del populismo, es difícil saber cuánto de rechazo a la grieta hubo en los que decidieron no votar: hay quienes se abstuvieron porque, desconformes con su partido, prefirieron castigar sin optar por otra fuerza política, y quienes no votaron porque creen que todos son lo mismo.

El presidente Alberto Fernández había comenzado su gestión anunciando un Consejo Económico y Social. El Congreso no llegó a transformar la iniciativa en una ley y fue convocado un Consejo por decreto y los trabajos que surgieron no parecen haber sido particularmente notables. ¿Cree que el próximo gobierno debería insistir en esa iniciativa?

Entre los considerandos del decreto que creó el Consejo Económico y Social figura el crítico contexto sanitario, social y económico producido por la pandemia de la COVID-19; sin embargo, éste como otros considerandos del decreto fueron letra muerta. La imprevisibilidad y la improvisación son los rasgos definitorios de la actual gestión, que poca atención prestó a la denominada Secretaría de Asuntos Estratégicos. Entiendo que este Consejo no tuvo injerencia y fue cayendo en el olvido. Yo me inclino por hacer del Congreso el centro de los consensos antes que privilegiar el lugar de las corporaciones sindicales y empresariales que, al igual que las organizaciones de la sociedad civil, tienen poder de iniciativa legislativa.  

¿Cuáles son a su juicio los puntos críticos en los que se deberían alcanzar consensos?

En materia de política económica, la inserción internacional y la necesidad de emprender reformas fiscales me parecen la base de cualquier acuerdo, como sostiene Ricardo Carchioffi. En materia social, la fijación de prioridades para enfrentar la pobreza y los déficits en la educación y la salud, y la seguridad como punto de partida de políticas de mediano y largo plazo sostenibles. En materia cultural, la despolitización de las organizaciones culturales y las reformas que racionalicen el uso de los recursos, la factibilidad de las metas y garanticen la idoneidad de sus integrantes. Y, sobre todo, políticas que estimulen el pluralismo en todos los ámbitos y la inserción en el mundo. En materia política, un compromiso de las principales fuerzas políticas que subordine las pasiones partidistas al logro de objetivos comunes en el marco de la Constitución.   

Uno de los temas de la agenda del cambio deseable es el del fin de la corrupción. ¿Será posible mientras la Oficina Anticorrupción siga estando bajo las órdenes del Poder Ejecutivo, es decir, de quienes deben ser fiscalizados?

La Oficina Anticorrupción debe ser un organismo independiente del Poder Ejecutivo y sus miembros deben acceder por concurso a los cargos. 

¿Qué puede esperarse del próximo gobierno ante una sociedad hastiada?

El próximo gobierno recibirá una economía quebrada, con la tasa de inversión más baja con relación al PBI de la región; una sociedad fragmentada y desconfiada, con casi la mitad de su población en la pobreza y de trabajadores en la informalidad, atravesando una inflación desbocada. Los desafíos son tales que sólo enhebrando consensos que comprometan a miembros de todo el arco político podrán enfrentarse y sostenerse con éxito. Para dejar de sufrir, esta sociedad tiene que atravesar el valle de lágrimas de las reformas que originen un nuevo patrón productivo. Se necesita un liderazgo responsable y con visión de futuro, capaz de conducir el proceso y recrear la esperanza en un futuro en el que todos tengan una oportunidad. Se necesitan equipos capaces de hacer la tarea. Y, sobre todo, se necesita el bien más escaso en la política argentina: el espíritu de compromiso de los principales actores en la búsqueda de un objetivo común y en el marco del respeto irrestricto a la Constitución. 

No hay comentarios.

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?